Un año de junta militar en Birmania acaba con la esperanza de los rohinyás

Azad Majumder

Azad Majumder

Dacca, 30 ene (EFE).- Un año después del golpe de Estado en Birmania (Myanmar), cientos de miles de rohinyás refugiados en la vecina Bangladesh ven cómo se desvanecen sus esperanzas de una posible repatriación a su país, controlado por los mismos militares que desencadenaron la ola de violencia que les obligó a huir.

Cuando el pasado 1 de febrero el jefe del Ejército birmano, Min Aung Hlaing, tomó el control del país, arrestó a la líder de facto Aung San Suu Kyi, y derrocó al presidente Win Myint, los rohinyás sabían que la puertas para regresar a Birmania se cerraban.

Porque aunque Suu Kyi no se opuso abiertamente a la operación militar que en 2017 forzó el éxodo rohinyá, era más factible que esta líder icono de la transición democrática y premio Nobel de la Paz aceptara la repatriación de la minoría étnica, y no el Ejército que cometió la matanza, afirmó a Efe el líder rohinyá Rashid Ahmed.

"El Gobierno militar empeoró la situación para nosotros. Tengo algunos parientes todavía allí, incluida mi propia hermana. A veces hablo con ellos. Viven en pánico, no pueden ir más allá de dos kilómetros de su casa. Si quieren ir más lejos tienen que pedir permiso a las autoridades", narra Ahmed desde un campamento de refugiados en Cox's Bazar, en el sureste de Bangladesh.

Los rohinyás han sufrido durante décadas una feroz persecución por parte del Gobierno birmano, que les niega la ciudadanía al considerarlos inmigrantes ilegales de Bangladesh, cometiendo todo tipo de abusos contra ellos como la limitación de movimiento.

Pero incluso con esa experiencia en el pasado, la vida "no era tan difícil antes de que los militares tomaran el control. Ahora, a las ocho de la noche tienen que volver a casa", relata.

"Esperamos que un Gobierno democrático nos devuelva nuestros derechos. No queremos esta vida bajo una lona. Queremos volver", repite el líder rohinyá desde los hacinados campamentos de refugiados.

CON O SIN SUU KYI

El exmaestro Maungdaw Abdur Rahman, que dejó su país en octubre de 2016 y se refugió en la localidad bangladeshí de Ukhiya con su esposa e hijos, ha perdido la fe y cree que la junta militar no dejará el poder, al menos en el corto plazo.

"Aung San Suu Kyi era mala solo para los rohinyás. Pero este Ejército es malo para todos los grupos étnicos. En el último año, perdimos toda esperanza de ser repatriados. No tenemos ningún objetivo ahora", dice derrotado Rahman.

El liderazgo de Suu Kyi, hija del héroe de la independencia Aung San, es una figura con dos dimensiones para los refugiados.

Aunque su llegada al poder representó el principio de la transición democrática tras décadas de poder militar, la comunidad la condena por no haberse opuesto al Ejército cuando en agosto de 2017 estalló la ola de violencia que provocó la huida de unos 738.000 rohinyás a Bangladesh, en una operación que la ONU calificó de limpieza étnica y posible genocidio.

Para Fazal Ummat, un anciano rohinyá refugiado en Ukhiya, la situación de la minoría trasciende la figura de Suu Kyi.

"Los rohinyá no quieren presos políticos. Queremos un Myanmar libre y democrático. Además la lucha de los rohinyás no está relacionada con una sola persona o líder. Es mucho más grande que eso", resalta.

SIN RETORNO

Hasta ahora todos los intentos puestos en marcha para la repatriación voluntaria de los refugiados a Birmania han fracasado por la negativa de los rohinyás a regresar a casa sin garantías de seguridad o la obtención de la ciudadanía.

Un alto funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores de Bangladesh dijo a Efe, en condición de anonimato, que se estaban llevando a cabo conversaciones con el gobierno militar para la repatriación, pero estas avanzan con lentitud.

"La discusión no está cerrada. Las conversaciones sobre la verificación (de identidad) continúan. Les hemos enviado listas de aproximadamente 800.000 rohinyás. Han dado su opinión sobre unos 42.000 (...) No necesariamente los reconocen a todos como residentes", dijo el funcionario.

Sin embargo, desde la toma militar las partes no han logrado acordar una nueva fecha para la reunión del grupo de trabajo conjunto formado para llevar adelante el proceso de repatriación.

"Estamos trabajando principalmente en el intercambio de datos en este momento", añadió.

Bangladesh por su parte continúa dispuesto a llevar el proceso adelante cuanto antes. El comisionado de Ayuda y Repatriación de Refugiados de Bangladesh, Shah Rezwan Hayat, aseguró a Efe que su oficina está lista para comenzar la repatriación en cualquier momento una vez que se tome una decisión.

"Tan pronto como obtengamos la autorización, podemos comenzar. Sobre el terreno estamos listo", aseveró. EFE

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