Incumplimos el razonamiento lógico cuando importa más impactar que la verdad

Lidia Yanel

Lidia Yanel

Toledo, 14 ene (EFE).- La lógica es lo que nos hace razonar correctamente y esto sigue siendo fundamental en un momento en el que ha perdido valor la verdad de las cosas y parece más importante que algo influya o tenga impacto, y cometemos el error de elevar como único valor del político su capacidad de seducir en vez de su razonamiento.

A finales de 2019, la Unesco proclamó conmemorar cada 14 de enero el Día Mundial de la Lógica y coincidiendo con esta fecha la Agencia Efe ha entrevistado, en el campus de Toledo, al catedrático de Filosofía de la Universidad de Castilla-La Mancha Ángel Faerna.

“Nos interesa examinar cómo funcionamos, preguntarnos hasta qué punto las decisiones las tomamos tratando de construir el mejor razonamiento posible”, explica Faerna, quien incide en que esta cuestión es "importantísima" porque las decisiones que tomamos "pueden ser buenas o malas lógicamente", es decir, estar bien fundadas en base a las premisas o información que tenemos o mal fundadas.

Se trata de un asunto "tremendamente actual" en un tiempo en que "ha perdido valor la verdad de las cosas y ya no es tan importante que algo sea verdadero como que circule, tenga impacto o influya", algo que supone "una violación de los principios de la lógica, porque la lógica trata de buscar reglas por las cuales conseguimos la verdad".

En este sentido, Faerna considera "realmente sorprendente" lo habitual que es decir una cosa y la contraria porque "cuando cometes una contradicción es que tu razonamiento ha tropezado en algún sitio".

Hoy día la gente (los políticos, por ejemplo) se contradicen continuamente y no le dan ninguna importancia: "A mí eso me parece grave y los que tenemos un cierto aprecio por la lógica sentimos un desaliento tremendo: ¿cómo es posible que no importe nada contradecirse?", se pregunta el catedrático.

El problema de las personas que se contradicen es que no utilizan la lógica y restan valor a los errores mientras puedan sacar partido de ello; es decir, que los discursos en los que alguien dice una cosa y la contraria no pretenden llegar a una conclusión verdadera, "simplemente intentar conseguir un efecto con lo que dicen".

A todos debería importar esta cuestión, sostiene el catedrático Faerna, porque la verdad y la falsedad "no son caprichos", o sea "que algo sea verdadero o falso, al final me acaba afectando" porque se puede funcionar sobre la base de la falsedad "a corto plazo" pero no a largo plazo.

De hecho, ha sido la capacidad de descubrir lo verdadero y descartar errores "lo que nos ha traído hasta aquí" y "si renunciamos a eso, a corto plazo puede producir ventajas a ciertas personas pero no colectivamente", subraya.

LA CAPACIDAD DE SEDUCCIÓN EN UN POLÍTICO ES UN VALOR, PERO NO PUEDE SER EL ÚNICO

Es "muy humano" acercarse a posturas y creencias que resultan más cómodas o gratificantes, pero hay que tratar de reducir esa tendencia a ámbitos que no hagan "daño", como el gusto musical, en lo que podemos ser "caprichosos".

Sin embargo, hay espacios en los que "no nos deberíamos permitir el lujo de ser caprichosos y nos lo estamos permitiendo", advierte hablando de la política.

"Nos estamos comportando respecto de la política como nos comportamos respecto de los gustos musicales y esto no puede ser", señala el catedrático de Filosofía, porque en elegir un tipo de música "no hay nada en juego" y no forma parte de la cuestión 'verdad o falsedad', pero las ideas políticas tienen que ver con cómo se quiere vivir y qué medidas tomar para acercarnos lo más posible a ese modo de vivir "y ésa sí es una cuestión que se puede plantear en términos de razonamiento".

En este sentido, hace hincapié en que "la política no es un juego, en la política nos jugamos todo" y el ciudadano debería exigir que le convenzan y no elegir su voto en función de la seducción de un político, un fenómeno "muy del mundo contemporáneo".

Subraya que esa "capacidad de seducción" de un político siempre es un valor, pero no podemos permitirnos que sea "el único valor", algo a lo que "nos estamos acercando" como sociedad, y hace hincapié en que "si lo que acaba interesándonos es que un político diga cosas que nos enardezca en vez de que diga cosas como resultado de una reflexión, y vamos por ese camino me temo, ese día dejaremos de tener éxito como sociedad".

LO CONTRARIO DE RAZONAR ES TENER UNA CONCLUSIÓN Y BUSCAR INFORMACIONES QUE LO REFUERCEN

Caso distinto, y "más grave", sostiene el profesor Faerna, es no querer razonar correctamente y buscar solamente los argumentos que apoyan la conclusión a la que se quiere llegar.

O sea, "tengo una conclusión establecida a la que no he llegado como conclusión de un razonamiento, simplemente es lo que me gratifica o lo que me hace sentir más cómodo o me apetecería; y una vez que he decidido que esto es lo que quiero creer busco informaciones que lo refuercen y huyo de cualquier información que lo cuestione".

Al hilo de la pandemia y los antivacunas, Ángel Faerna expone como reflexión general: "aunque inicialmente piense que la vacunas no sirven para nada, debo buscar toda la información al respecto. Y si las personas no partidarias de las vacunas hubieran buscado toda la información serían partidarias de las vacunas porque hay muchísima más información a favor de las vacunas que en contra".

Por tanto, "el problema no es que hayan razonado mal, es que no han querido razonar, no han querido basar su posición en un razonamiento sino que tratan de blindar una posición inicial".

Obviamente, se pueden tener opiniones previas, pero ser racional consiste en entender que esos "pre-juicios pueden ser corregidos o revocados si encontramos razones", y lo contrario es quedarse en el "pre-juicio y no hacer el juicio". EFE

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