Járkov, una ciudad divivida ante la amenaza rusa

Fernando Salcines

Fernando Salcines

Járkov (Ucrania), 2 feb (EFE)- "Defenderé la ciudad con las armas en las manos. No hay otra opción", aseguró a Efe el empresario Andréi Polysh, quien al igual que muchos habitantes de Járkov, región ucraniana limítrofe con Rusia y cercana al Donbás, está dispuesto a plantar cara y resistir al invasor ruso, mientras otros lugareños ven remoto un posible ataque.

Según Polysh, el presidente ruso, Vladímir Putin, "tendría que tener huevos de acero" para invadir Ucrania, y particularmente Járkov, "pero él ahora tiene miedo que Occidente le tuerza el brazo".

OBJETIVO DE UNA INVASIÓN

Las alarmas en la segunda ciudad de Ucrania se dispararon después de que el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, comentara hace un par de semanas que la urbe, ubicada a 40 kilómetros de la frontera con Rusia, podía ser uno de los objetivos de la invasión rusa.

"Lamentablemente, mencionó solo a Járkov. No nos dolería tanto si la ciudad hubiera sido nombrada entre otras", comenta a Efe Yulia Aguéyeva, directora del medio digital "Kharkov Today", quien recordó que Ucrania comparte una frontera terrestre de casi 2.000 kilómetros con Rusia.

Según la periodista, muchos en la ciudad "se hicieron eco del asunto" en una especie de "psicosis masiva" y prepararon "maletas de emergencia", al confesar que ella misma había armado un botiquín.

Incluso hubo los que comenzaron a vender sus apartamentos en la ciudad y se plantearon trasladar sus negocios a otros lugares del país.

No obstante, otros muchos se han sumado a las Unidades de Defensa Territorial, milicias locales formadas para enfrentar al agresor ruso, añade Polysh, al confesar que él se sumaría a la Brigada motorizada 90, con base en las afueras de la ciudad, o a la Guardia Nacional.

SE IMPONE LA VIDA COTIDIANA

Sin embargo, el pánico momentáneo ha cedido ante la impronta de la vida cotidiana y camina por las calles sin reparar en la intensa nevada que ha traído febrero a la ciudad, muchos de ellos sin mascarillas, pese a que las cifras de coronavirus siguen creciendo en el país.

A primera vista se puede ver que Járkov es una ciudad animada, los transeúntes impacientes esperan la luz verde del semáforo en las esquinas mientras tranvías sobrevivientes de la época soviética pasan repiqueteando por los raíles, observados por edificios decimonónicos o de principios del siglo XX.

"La posibilidad de que la invasión comience por Járkov es prácticamente nula", agregó Polysh.

Y es que las propias autoridades ucranianas han tratado de atemperar esta crisis informativa, al llamar a la calma y asegurar que no existen indicios de una inminente invasión rusa, si bien recuerdan que el conflicto bélico entre ambos países se acerca a los ocho años.

"Ahora las tensiones se han reducido", constata Aguéyeva, al señalar que la situación fue mucho más tensa tras la ilegal anexión de Crimea por parte de Rusia y cuando se desató la guerra en el Donbás, hace casi ocho años, aunque no descarta del todo la posibilidad de que en algún momento la situación se agrave .

RUSIA NO SE ENTERA

Y es que el conflicto entre Ucrania y Rusia es de fondo y comenzó mucho antes de 2014, cuando los partidarios de la integración del país a Europa derrocaron al presidente prorruso Víktor Yanukóvich y Kiev se distanció definitivamente de Rusia, señala a Efe el periodista y documentalista ucraniano Ígor Piddubny.

"Hace casi 30 años nos hicimos independientes, pero Rusia no se ha enterado", lamenta, al indicar que Kiev defiende desde hace décadas que las relaciones entre ambos países "no se pueden erigir sin que se tomen en cuenta los intereses de Ucrania".

Para el documentalista, es imposible predecir cuál será el futuro comportamiento del Kremlin respecto a Ucrania, y si comenzaría o no una invasión por Járkov, pero señaló que en la actual crisis hay una considerable dosis de actuación por parte del Kremlin.

"Es una especie de juego, que depende mucho el grado de seguridad que se muestre: presenta un ultimátum, congrega fuerzas y luego se pasea como un mono con una granada en la mano", explica, al señalar que los europeos "no comprenden que se trata de un farol".

"Así es como vive el Estado ruso: no puede vivir sin salir borracho, sin rasgarse la camisa, sin armar un escándalo, sin tocar el bandoneón, es decir, armar bulla para asustar a todos", concluye.EFE

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