Mario Draghi no excluye su ascenso a la Jefatura del Estado

Gonzalo Sánchez

Gonzalo Sánchez

Roma, 22 dic (EFE).- El primer ministro italiano Mario Draghi no excluye su ascenso a jefe de Estado: "Soy un abuelo al servicio de las instituciones", declaró hoy con su tono lacónico habitual pero dejando entrever su disponibilidad a solo tres semanas de que el Parlamento empiece a buscar al nuevo presidente, una batalla política de consecuencias impredecibles.

"Mi destino personal no cuenta absolutamente nada, no tengo particulares aspiraciones de un tipo o de otro, soy un hombre, si quieren un abuelo, al servicio de las instituciones", sostuvo en cierto modo críptico en la rueda de prensa de fin de año en Roma.

Draghi convocó a la prensa para responder durante unas dos horas a decenas de preguntas. Los temas fueron muchos, la pandemia, el Plan de Recuperación, Unión Europea o geopolítica... pero el interés auténtico se centró en su futuro político.

A mediados de enero el Parlamento empezará a votar a un sucesor del actual jefe de Estado, Sergio Mattarella, y el prestigioso expresidente del Banco Central Europeo es el mejor posicionado para ascender al Palacio del Quirinal por gozar del aprecio de todos.

De hecho, Mattarella lo tuvo claro cuando en febrero tuvo que solucionar la enésima caída del Gobierno, encargándole formar uno nuevo para gestionar la crisis sanitaria apoyado por todo el hemiciclo excepto por los ultras de Hermanos de Italia.

Draghi, por escrúpulo institucional, no opina sobre este delicado proceso y su incomodidad es perceptible: "No es que no me guste, es que no tengo respuestas", alegó con una media sonrisa cuando una periodista se quejó de que no entrara en vaticinios de futuro.

Pero lo cierto es que en sus palabras -"estoy al servicio de las instituciones", en presente simple- los analistas coinciden en ver si no una apertura neta, al menos una cierta disposición.

En el caso de ser elegido se abriría un embrollo político porque el Gobierno perdería a su primer ministro y Draghi, ya como jefe de Estado, debería encargar a otra "figura de consenso" que agote la legislatura en 2023 o disolver el Parlamento y convocar elecciones.

En cualquier caso es consciente de que unos comicios devolverían al país al territorio de la incertidumbre, cuando la prioridad es invertir bien la lluvia de millones del Fondo de Recuperación europeo.

Y por eso para él lo "esencial" para luchar contra la pandemia y apuntalar la recuperación económica es proseguir con la legislatura, no adelantar elecciones, con un Gobierno apoyado por una amplia mayoría como sobre la que él se asienta.

Aunque, matizó, esto debe darse "independientemente de quién sea" el primer ministro, él u otro, porque si la coalición se resquebraja arrojaría al país a "un escenario temible", a lo desconocido.

Su deseo de que la legislatura continúe fue apreciado todos sus socios, sobre todo por el más numeroso, el Movimiento 5 Estrellas, que no quiere ni oír hablar de un adelanto electoral por lo que le pronostican las encuestas.

También lo elogiaron el Partido Demócrata y Forza Italia, aunque este último sueña con ver en el Quirinal a su líder, Silvio Berlusconi.

El otro socio de Gobierno, la ultraderechista Liga, agradeció su trabajo como primer ministro pero fuentes internas apuntan a una cierta "preocupación ante eventuales cambios que podrían crear inestabilidad", es decir, un relevo en la presidencia del Ejecutivo.

Una frase muy medida que coincide con el último cambio de opinión de su líder, Matteo Salvini, que ahora prefiere a Draghi donde está, mientras que hasta hace poco lo veía como jefe de Estado ideal.

La razón de este viraje de Salvini es difícil de comprender, pero lo que está claro es que sabe que un adelanto electoral pondría en juego su primado en la derecha, debido al avance de su socia, Giorgia Meloni, jefa de Hermanos de Italia y la que más crece en los sondeos como única oposición actual al Gobierno. EFE

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