Portugal se juega su futuro en los pactos

Mar Marín

Mar Marín

Lisboa, 27 ene (EFE).- Un Portugal dividido vota el domingo con un escenario abierto entre socialistas y PSD que da la llave de la gobernabilidad a los partidos minoritarios a derecha e izquierda. La batalla electoral no depende ya de António Costa y Rui Rio, sino de sus alternativas para pactar.

Convocadas en mitad de la legislatura en un intento de garantizar la estabilidad del país, a solo tres días de las elecciones se mantiene la incertidumbre sobre los resultados.

Los socialistas mantenían una estrecha ventaja en el último sondeo divulgado hoy -unos cinco puntos-, mientras el ultraderechista Chega pelea con el Bloque de Izquierda (BE) por convertirse en la tercera fuerza del país.

En este escenario, cada voto cuenta. Y las cábalas de pactos se multiplican.

PS, DE LA MAYORÍA ABSOLUTA A LA REEDICIÓN DE LA GERINGONÇA

El socialista António Costa nunca estuvo del todo cómodo en la "geringonça" que le aupó al Gobierno en 2015. Con mayoría simple, se alejó de la izquierda en 2019 para gobernar en solitario, una arriesgada apuesta que termina ahora en las urnas.

Costa no perdona que sus antiguos socios no apoyaran las cuentas de 2022 con millonarios fondos europeos de recuperación post-covid en juego.

No escatimó críticas contra ellos y se precipitó a reclamar mayoría absoluta para los socialistas en la campaña. Su caída en las encuestas le obligó a rectificar y abrirse a reeditar los pactos.

"Parece que a los portugueses no les gustan las mayorías absolutas", admitía esta semana.

En la memoria colectiva, la única mayoría absoluta del PS fue la que obtuvo José Sócrates --Costa fue número dos de su Gabinete-- en su primera legislatura. La segunda, ya con mayoría simple, terminó abruptamente con el rescate de la troika y años después saltaron los escándalos de corrupción.

Pese al viraje socialista, la izquierda no está dispuesta a darle un apoyo incondicional. Quieren negociar, papel en mano, un programa de Gobierno.

Ni Bloque de Izquierda ni Partido Comunista sacaron ventaja electoral de su apoyo al PS. Esta vez no quieren caer en los mismos errores.

CÁBALAS EN LA DERECHA TRAS EL EFECTO LISBOA

Rui Rio, el veterano candidato conservador, ha recuperado la esperanza para la derecha.

Criticado entre los suyos por su moderada oposición a Costa, Rio pide ahora a su adversario socialista que "pierda con dignidad", aunque los sondeos le dan una ligera desventaja.

Para formar Gobierno necesitaría a los democristianos del CDS, a Iniciativa Liberal y al ultraderechista Chega, una "línea roja" que Rio tendría que saltar.

En las filas de la derecha, esperan un "milagro" como el que protagonizó el exeurodiputado Carlos Moedas en Lisboa en las municipales de septiembre, cuando ganó la capital para el PSD tras 14 años de gestión socialista contra todo pronóstico.

Lisboa dejó varias lecciones: las encuestas se equivocan y en política no se puede hablar de "cadáveres".

Antes de las municipales, Rio parecía tener los días contados en la presidencia del PSD. Lisboa le dio un balón de oxígeno y le consolidó.

CHEGA, PESCAR EN AGUAS REVUELTAS

Las cuentas no cierran en la derecha sin Chega. André Ventura quiere sacar ventaja del descontento social y pelea por convertirse en la tercera fuerza del país.

Este excomentarista deportivo, que abandonó el PSD para crear Chega en víspera de las elecciones de 2019, logró un escaño y no ha parado de crecer.

Ha hecho suyas las formas de la ultraderecha europea: populismo, provocación y escándalos, y en esta campaña ha recorrido el país burlando abiertamente las medidas anti-covid.

A cambio de su apoyo, reclama un asiento en el Gobierno.

"En Portugal no hay una cinturón rojo alrededor de Chega. Si es necesario pactar para formar Gobierno, se pactará", augura el analista António Costa Pinto.

Su avance "es una reacción contra la política tradicional", apunta a Efe la politóloga Paula Espírito Santo.

UN IMPROBABLE BLOQUE CENTRAL

Si los números no alcanzan a izquierda ni a derecha, se abre una tercera vía: el Bloque Central, un alianza PS-PSD.

Tanto Costa como Rio esquivan esta alternativa, aunque el presidente del país, Marcelo Rebelo de Sousa, no dudaría en apoyarla si fuera necesario, coinciden los analistas.

Portugal probó esta fórmula en 1983, cuando el socialista Mário Soares ganó por mayoría simple y terminó aliándose con el PSD.

Dos años después, los conservadores rompieron el acuerdo, el país volvió a las urnas y dio la victoria a Aníbal Cavaco Silva (PSD), que gobernó durante diez años y fue después presidente de la República otra década.

OBJETIVO, MOVILIZAR EL VOTO

Movilizar el voto es gran el desafío, afirma el analista António Costa Pinto, en especial para el PS, que acusa el desgaste de seis años de gestión.

"Los socialistas han tenido una campaña difícil porque no pueden agitar la amenaza de la derecha dura cuando Rio ha sido acusado de moderado en su partido", continúa.

Más de 10,8 millones de electores están convocados a las legislativas del domingo. Las encuestas proyectan entre un 15 y un 20% de indecisos y una elevadísima abstención: en las últimas tres convocatorias se ha situado entre el 45 y el 60%.

Los confinados por la pandemia --más de un millón-- pueden inclinar la balanza. Descontando a los menores de 18 años, que son alrededor de un tercio, restan unos 700.000 que pueden votar en los colegios en la última franja horaria.

Su voto es decisivo. EFE

mar/pfm/fp

(foto)