MARÍA CORINA MACHADO: «NO DEJAREMOS LAS CALLES»

A comunidad internacional, María Corina Machado, una de las figuras más destacadas de la oposición venezolana, proclamó a Edmundo González Urrutia como el presidente electo. Esta declaración se produjo tras la histórica jornada electoral del 28 de julio, un evento que ha sido descrito como un punto de inflexión en la lucha política del país sudamericano. Sin embargo, más allá del anuncio, Machado enfrenta ahora el desafío monumental de legitimar esta victoria frente a un contexto político extremadamente complejo, caracterizado por un régimen que ha mostrado poca disposición para ceder el poder.

El anuncio de Machado, realizado con las copias de las actas electorales en mano, simboliza un intento de reafirmar la voluntad popular expresada en las urnas, en un país donde la transparencia electoral ha sido cuestionada en repetidas ocasiones. Esta acción no solo tiene un profundo significado político interno, sino que también busca enviar un mensaje claro a la comunidad internacional, en particular a los más de cien países que han recibido a los millones de venezolanos que han salido del país en busca de mejores condiciones de vida debido a la crisis humanitaria que atraviesa la nación.

 

El acto de proclamación de González Urrutia se llevó a cabo en medio de lo que algunos han descrito como una especie de segunda vuelta electoral, aunque esta no fue organizada oficialmente, sino que se manifestó en las calles a través de una amplia movilización ciudadana. Este movimiento popular ha sido interpretado como una ratificación del resultado electoral del 28 de julio, en contraposición a las propuestas diplomáticas presentadas por los presidentes Lula da Silva de Brasil y Gustavo Petro de Colombia, quienes han sugerido alternativas que, a juicio de la oposición venezolana, no enfrentan adecuadamente el control que Nicolás Maduro sigue ejerciendo sobre el país.

El eco de las manifestaciones se extendió más allá de las fronteras venezolanas, alcanzando una dimensión verdaderamente global. Manifestaciones en apoyo a la oposición se llevaron a cabo en más de 300 ciudades alrededor del mundo, convirtiendo a la causa venezolana en un asunto de relevancia internacional.

Las protestas alcanzaron una dimensión global este sábado

Entre estas ciudades, Madrid se destacó como un centro de apoyo a la oposición, con una significativa participación de la diáspora venezolana. Esta globalización del movimiento ha sido vista por muchos como un símbolo de la resistencia de la comunidad venezolana en el exilio, que mantiene viva la esperanza de un cambio político en su país natal.

Movilización mundial. En medio de este contexto de movilización y protesta, se vivieron múltiples actos simbólicos que reflejan la determinación y creatividad del pueblo venezolano en su lucha por la democracia. Un ejemplo notable es el de una joven en Dalian, China, que, en un acto de valentía, se plantó sola con una bandera venezolana para expresar que el verdadero anhelo de los 8,9 millones de venezolanos en el exilio no es sobrevivir en tierras extranjeras, sino regresar a su país de origen y reunirse con sus familias. Este acto, aunque pequeño en escala, resonó como un poderoso testimonio de la persistente esperanza de la diáspora venezolana.

En otro ejemplo, en la ciudad de Valencia, a unas tres horas de Caracas, un grupo de vecinos construyó un tanque de cartón como parte de una protesta creativa. Este tanque, que fue utilizado para «disparar» valores como la reconciliación y la justicia hacia los agentes de la Guardia Nacional Bolivariana y la policía, simboliza la resistencia pacífica y la firmeza de la población frente a la represión estatal.

Estos actos reflejan un espíritu de lucha que se ha vuelto emblemático en la resistencia contra el régimen de Maduro. En esta lucha, el papel de las mujeres ha sido especialmente destacado. Las mujeres venezolanas han tomado un rol de liderazgo en el movimiento de liberación nacional, desafiando la represión y enfrentando con coraje a las fuerzas de seguridad del Estado.

La represión del régimen de Maduro para evitar las protestas.

El contexto de estas protestas se desarrolla en una Caracas que ha sido militarizada por el régimen de Maduro, con más de 6.000 efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana y la policía desplegados en las calles, especialmente en los barrios más humildes y populares, como Petare. Este barrio, considerado la favela más grande de América Latina, ha sido un foco de resistencia contra el chavismo, votando en masa en contra del régimen y movilizándose para reclamar la victoria de González Urrutia. Sin embargo, el despliegue masivo de fuerzas de seguridad en Petare refleja tanto un intento de control como una posible venganza contra una población que ha osado desafiar al poder establecido.

El liderazgo de María Corina Machado. María Corina Machado, quien ha emergido como la principal líder de la oposición, ha estado al frente de estas movilizaciones. Apareció en público vestida con una chaqueta negra con capucha, rodeada de una escolta de motociclistas que la protegen en sus desplazamientos. Este grupo, conocido como los «motoqueros», ha sido clave para garantizar la seguridad de Machado en medio de un entorno cada vez más peligroso. En una demostración de su liderazgo, Machado se subió al Edmundomóvil, un vehículo simbólicamente nombrado en honor a González Urrutia, para recorrer las calles y mostrar su determinación de seguir enfrentando al chavismo, un régimen que ha logrado mantenerse en el poder durante más de dos décadas, a pesar de múltiples derrotas políticas.

La ausencia de algunos líderes opositores en este acto, como Piero Maroún, quien fue detenido recientemente, subraya la creciente represión que enfrenta la oposición en Venezuela. En los últimos días, otros dirigentes de la oposición, como Freddy Superlano y Williams Dávila, también han sido arrestados o forzados a esconderse para evitar la persecución estatal. A pesar de estas detenciones, otros líderes opositores, como Delsa Solórzano, César Pérez Vivas, Alfredo Ramos, Biagio Pilieri y Juan Pablo Guanipa, se han mantenido activos y presentes en las movilizaciones, arriesgando su seguridad para continuar la lucha contra el régimen. 

En su comparecencia pública, María Corina Machado se mostró con una apariencia sencilla, vistiendo jeans, una camisa de manga larga y llevando consigo un par de rosarios, parte de una colección de más de 5,000 que ha recibido durante sus recorridos por Venezuela. Estos rosarios, que le han sido entregados por simpatizantes de todo el país, simbolizan el apoyo popular y la fe en la causa opositora. Machado reveló que había trasladado esta colección a un lugar seguro antes de que su oficina en Caracas fuera asaltada por paramilitares chavistas. Cada rosario está acompañado de un pequeño papel con el nombre de la persona que se lo entregó y el lugar de origen, lo que resalta el carácter personal y emotivo del apoyo que Machado ha recibido.

Durante su intervención, Machado hizo referencia a los recientes hallazgos del Panel de Expertos de Naciones Unidas, que cuestionaron la credibilidad de los informes presentados por el Consejo Nacional Electoral y respaldaron la autenticidad de las pruebas presentadas por la oposición. Este respaldo internacional es un elemento clave en la estrategia de la oposición, que busca fortalecer su legitimidad frente a un régimen que ha sido acusado de manipular los procesos electorales para mantenerse en el poder.

Machado subrayó la importancia del trabajo en equipo, destacando que la histórica victoria del 28 de julio fue posible gracias a la participación activa de un millón de ciudadanos que protegieron los votos y las actas electorales, enfrentando la represión y el acoso del régimen.

La «lucha sigue». A pesar de la brutal represión que ha caracterizado la respuesta del régimen chavista, Machado afirmó que la lucha no ha terminado. Describió los eventos del 28 y 29 de julio como «la gesta cívica más grande de nuestra Historia», señalando que el impacto de estas acciones ha sorprendido a un régimen que, según ella, está completamente desconectado de la realidad. Maduro, afirmó Machado, ha subestimado la voluntad del pueblo venezolano, acostumbrado a un líder que se ha mantenido en el poder mediante la intimidación y la fuerza.

En su discurso, Machado delineó la hoja de ruta para los próximos pasos de la oposición. Instó a los venezolanos a mantener la comunicación y a ejercer toda la presión posible contra el régimen, utilizando todos los medios a su disposición para protegerse de la represión estatal.

En respuesta, el gobierno de Maduro ha intensificado sus esfuerzos para controlar las comunicaciones, bloqueando plataformas como X (anteriormente conocida como Twitter) y atacando servicios de mensajería como WhatsApp, en un intento por aislar y desmoralizar a la oposición. Sin embargo, Machado dejó claro que la oposición no abandonará las calles. «No vamos a dejar las calles, siempre de forma pacífica. La violencia les interesa a ellos. Nosotros no atacamos a otros venezolanos», enfatizó, reafirmando su compromiso con la resistencia no violenta. A pesar de la ausencia de Edmundo González Urrutia en la comparecencia, Machado dejó entrever que él sigue siendo protegido por el equipo opositor, consciente de los riesgos que enfrenta.

En las calles de Caracas y otras ciudades del país, la resistencia continuó con miles de ciudadanos mostrando las actas electorales como prueba de la victoria opositora, mientras huían de los gases lacrimógenos y la represión de la Guardia Nacional Bolivariana.

El chavismo, desesperado. Mientras tanto, el chavismo intentaba movilizar a sus seguidores mediante incentivos económicos y el uso de recursos estatales, organizando una marcha en apoyo a Maduro. En paralelo, en una ceremonia en el Palacio de Miraflores, Maduro se presentó a sí mismo como un «enviado de Dios», en un acto que ha sido interpretado por muchos como un intento desesperado de consolidar su base de apoyo en medio de una evidente pérdida de legitimidad.

El discurso de Maduro también estuvo marcado por una retórica que algunos han calificado como extremista, con su fiscal general acusando a la oposición de pertenecer a una secta satánica, lo que refleja el nivel de polarización y conflictividad política que se vive en el país. Con la derrota electoral evidente, el chavismo parece ahora depender de un «milagro» del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ).