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La EHE se ceba en la ganadería cántabra: 160 casos confirmados y 28 muertes en agosto

Imagen de archivo de una mujer alimentando a las vacas de una explotación agraria. EFE/ David Arquimbau Sintes

El Gobierno de Cantabria intensifica las medidas de control mientras la enfermedad se extiende a nuevas comarcas. La respuesta institucional se enfrenta al desafío de contener un brote que pone en jaque al sector ganadero de la región.

 

La Enfermedad Hemorrágica Epizoótica (EHE) sigue su curso devastador por la geografía cántabra, dejando a su paso una estela de 160 animales afectados y 28 fallecimientos en un lapso de tiempo que ya alarma tanto a ganaderos como a autoridades. La Consejería de Desarrollo Rural, Ganadería, Pesca y Alimentación, encabezada por el consejero Pablo Palencia, ha confirmado estos datos a fecha del 29 de agosto, revelando un panorama que, aunque esperado, no deja de ser desolador.

El impacto de la EHE, que se ha cebado especialmente en las comarcas de San Vicente de Toranzo, Cabezón de la Sal, Nestares, Torrelavega y Villacarriedo, representa un duro golpe para la economía rural de Cantabria, una región cuya identidad está intrínsecamente ligada a su sector ganadero. En estas áreas, los municipios más afectados, como San Pedro del Romeral, Vega de Pas, Valderredible o Suances, contemplan con preocupación la progresión de la enfermedad, conscientes de que las cifras oficiales podrían ser solo la punta del iceberg.

A pesar de la extensión del brote a nuevas zonas, Palencia ha querido subrayar que la evolución del número de casos se mantiene bajo control, describiendo el crecimiento de los mismos como un "goteo diario" en lugar de una explosión desmedida. En comparación con la semana anterior, el incremento de casos ha sido gradual, reflejando una dinámica que, aunque preocupante, no se sale de los parámetros esperados por las autoridades sanitarias.

El desafío para el Gobierno autonómico es ahora doble: por un lado, contener la expansión de la enfermedad; por otro, mitigar las consecuencias económicas y sociales que esta crisis está generando en la comunidad rural. Para ello, la Consejería ha instado a reforzar las medidas de bioseguridad en las explotaciones ganaderas, haciendo hincapié en la desinfección y desinsectación de los transportes, acciones que se consideran cruciales para frenar la propagación de la enfermedad.

Palencia se muestra cautelosamente optimista: confía en que la inmunidad natural de los animales, combinada con los efectos de las campañas de vacunación, logrará reducir significativamente la incidencia de la EHE en comparación con el año anterior. Sin embargo, no minimiza la gravedad de la situación, consciente de que cualquier error o relajación en las medidas podría tener consecuencias irreparables.

En un contexto donde la respuesta institucional se pone a prueba a diario, Cantabria se enfrenta a un momento crítico. Los próximos días serán determinantes para evaluar si las acciones emprendidas son suficientes para detener la enfermedad antes de que cause daños irreversibles a un sector que, desde tiempos inmemoriales, ha sido el corazón latente de la economía cántabra.