LEY DE MEMORIA

El minstro socialista Torres en modo amnesia: La Republica fue la democracia dice... ¿Y las matanzas a curas?

Acto de la Fundación Matilde de la Torre en contra de la derogación de la Ley de Memoria Histórica y Democrática de Cantabria. / ALERTA
Durante un acto reciente organizado por la Fundación Matilde de la Torre, los socialistas se lanzaron a defender la Ley de Memoria Histórica de Cantabria, lanzando consignas como la del ministro sanchista Torres del tipo: "No vamos a aceptar en ningún caso que se iguale los años de la democracia que supuso la Segunda República a los años del totalitarismo, como pretende esa ley que deroga la anterior” 

El PP de Cantabria al ministro Torres: "Debería preocuparse por dar explicaciones sobre el caso Koldo"

El secretario general del PSOE en Cantabria, Pablo Zuloaga, y el ministro de Política Territorial, Ángel Víctor Torres, parecen haber olvidado selectivamente parte importante de la historia de España. Durante un acto reciente organizado por la Fundación Matilde de la Torre, los socialistas se lanzaron a defender la Ley de Memoria Histórica de Cantabria, atacando al actual Gobierno regional por su iniciativa acertada de derogarla. Mientras ambos políticos subrayaban los logros de la Segunda República, evitaron convenientemente mencionar la violencia generalizada y el "terror rojo" que asoló al país durante ese mismo periodo.

La versión edulcorada de la República

En su intervención, Pablo Zuloaga criticó duramente al Partido Popular, acusándolo de "condenar nuevamente a las víctimas del franquismo" y de no respetar los derechos humanos, según el mandato de los organismos internacionales. Zuloaga sostuvo que, bajo el gobierno socialista, Cantabria implementó una ley que permitía "localizar y exhumar a las víctimas del franquismo", y se comprometió a reinstaurar la ley cuando el PSOE vuelva a gobernar.

Por su parte, el ministro Ángel Víctor Torres fue más allá, calificando la derogación de la ley como una "involución" que, según él, busca "blanquear los años más oscuros de nuestra historia", refiriéndose a la dictadura franquista. Torres no dudó en equiparar la Segunda República con los valores de libertad, igualdad y justicia, insinuando que aquellos que pretenden derogar la ley están negando los avances conseguidos bajo la democracia republicana.

El olvido selectivo del "Terror Rojo"

Lo que tanto Zuloaga como Torres omiten es el contexto histórico completo de la Segunda República, un periodo que, lejos de ser únicamente un modelo de democracia idealizada, también fue escenario de violencia brutal, especialmente durante los últimos años previos a la Guerra Civil. Uno de los aspectos más trágicos y silenciados de ese periodo es el terror rojo, la violencia cometida por elementos radicales de la izquierda, especialmente contra clérigos, religiosos, propietarios rurales y disidentes políticos.

Durante los años de la Segunda República, especialmente en el contexto de la revolución social y el enfrentamiento entre clases, la violencia anticlerical alcanzó niveles alarmantes. Entre 1931 y 1936, varios centenares de sacerdotes, monjas y religiosos fueron asesinados por militantes republicanos y anarquistas, quienes veían en la Iglesia un símbolo del orden conservador que querían destruir. Iglesias y conventos fueron incendiados, y el clero fue objeto de persecución sistemática. De hecho, uno de los episodios más notorios ocurrió en mayo de 1931, cuando iglesias y edificios religiosos fueron quemados en ciudades como Madrid, Sevilla y Málaga, con el gobierno republicano actuando con indiferencia.

Revolución de Asturias y la represión

Otro hecho histórico que los socialistas prefieren no recordar es la Revolución de Asturias de 1934, un levantamiento liderado por socialistas y anarquistas contra el gobierno republicano. Durante esa insurrección, los revolucionarios no solo atacaron a las fuerzas de seguridad, sino que también arremetieron contra iglesias y sacerdotes, asesinando a muchos de ellos. Aunque finalmente fue reprimido por el ejército, liderado en parte por Francisco Franco, la brutalidad de la revuelta dejó claro que la violencia no solo provenía del lado franquista, sino también de las propias filas de la izquierda.

El asesinato de José Calvo Sotelo

Un evento que marcó el preludio directo de la Guerra Civil fue el asesinato de José Calvo Sotelo, líder monárquico y crítico del gobierno republicano. Fue asesinado por miembros de la Guardia de Asalto republicana en julio de 1936, un acto de represalia política que provocó el alzamiento militar pocos días después. Este episodio muestra que, aunque la Segunda República fue un proyecto de gobierno democrático, también fue incapaz de contener la creciente violencia política que estaba desgarrando el país.

¿Qué nos dice la historia?

Mientras Zuloaga y Torres abogan por la memoria histórica, parece que están dispuestos a ignorar una parte clave de esa historia: los actos de violencia y represión cometidos por elementos de la propia izquierda republicana durante el periodo previo a la Guerra Civil. Si bien el franquismo fue una dictadura que reprimió duramente a la oposición y a sus enemigos, es igualmente importante reconocer que la República no fue inmune a sus propios abusos y excesos.

El enfoque unidimensional que Torres y Zuloaga adoptan sobre la historia de España, centrado exclusivamente en los crímenes del franquismo, refleja una memoria parcial y politizada que ignora la realidad compleja de aquellos años. Pretender que la Segunda República fue un periodo de pura libertad y progreso democrático, mientras se omiten las matanzas anticlericales, la persecución política y la violencia desatada, es una manipulación histórica que distorsiona los hechos para ajustarlos a una narrativa conveniente.

Conclusión

Mientras los socialistas defienden su versión de la memoria histórica, ignoran deliberadamente los aspectos más incómodos de la Segunda República, como la persecución y los asesinatos de religiosos, los ataques a la propiedad privada y la represión contra aquellos que no compartían la ideología de la izquierda. Esta amnesia selectiva no solo es deshonesta, sino que también impide una verdadera reconciliación histórica. La historia no debe ser un arma política, sino un instrumento para aprender de los errores del pasado y evitar repetirlos en el futuro.

Al final, la historia de España es mucho más compleja que la simple dicotomía entre buenos y malos que proponen Zuloaga y Torres.