Más de sesenta localidades de Cantabria festejan este viernes a San Roque

Ollas ferroviarias de Bustablado, con motivo de la festividad de San Roque. / SAJA

El santo “protector de las pestes” se le venera en Bustablado, Cabezón de la Sal, con misa, procesión y la “Comida de la Rueda” en la que se obsequia a los romeros con un cocido de garbanzos.

Más 60 localidades de Cantabria honran, este viernes, a San Roque, con variadas programaciones en las que no faltan las misas y procesiones. Es, sin lugar a dudas, una de las celebraciones más populares de la región.  “El protector de las pestes” es uno de los  más venerados y su imagen con la rodilla ensangrentada y su fiel perro al lado preside retablos de numerosas iglesias, capillas y ermitas.

Una parte importante de estas tallas se encuentran en el Museo Regina Coeli, de Santillana del Mar, a donde llegaron para su restauración procedentes de diversos lugares religiosos.

En Bustablado, del término municipal de Cabezón de la Sal, la festividad, que  se conoce con el popular nombre de La Rueda, tiene como acto más destacado el reparto de un monumental cocido de garbanzos a todos los romeros que acuden a la pradería de la ermita. Se esperan poder repartir unas 2.000 raciones, que preparan vecinos del lugar y miembros de la cofradía.

La cofradía formada por vecinos  de Duña, Bustablado y Toporias, han mantenido la promesa hecha al santo por haberles librado de una peste que asoló la zona hace 250 años.  Para la ocasión, la cofradia ha adquirido una vaca de casi 500 kilos. Una parte de la carne se destina al cocido y la otra se reparte a partes iguales entre el centenar de cofrades.

El compromiso vecinal de dar de comer el día del patrón a todos  los pobres que acudieran al lugar se sigue manteniendo, ahora, con los devotos y excursionistas. No falta la misa, la procesión con la imagen del santo por la pradera  y el baile de los picayos por los mozos y mozas del lugar.

Los picayos bailarán al santo en Santillana del Mar, después de la procesión por La Robleda y en el barrio de La Pesa, de Cabezón de la Sal. Aquí no faltará una buena muestra de folclore regional.

En Ajo, tras la misa en la ermita, hay fiesta en la campa. Los de Carmona honran al santo, como preparación de la Virgen de Las Lindes.  Carrera de burros se anuncia en Cóbreces y en Cartes hay Fiesta de Mayores con el reparto de raciones de paella.

GATA NEGRA

En Carasa la festividad se  conoce por La Gata Negra, estando declarada de Interés Turístico Regional. El acto central era la suelta de una gata que, según la tradición, presagia los tiempos futuros según el camino que escoja en su asustada huída. Si se dirige hacia el monte, vendrán tiempos malos, y si por el contrario su ruta es hacia las mieses serán bonancibles las próximas cosechas.  Se recitan trovas satíricas que narran el acontecer ciudadano. Esta costumbre que se viene repitiendo desde el año 1477.

Los vecinos de Pesquera, después de su Feria Internacional del Queso Artesano,  caminan a Somaconcha para acudir a la ermita de las Nieves. Habrá chocolatada popular.  En Selaya también hay fiesta infantil, barbacoa y exhibición de baile.

Tras la misa mayor, en Rasines, hay un concurso de paellas elaboradas por las  cuadrillas, salto del pasiego y parrillada. Castro Urdiales organiza un concurso infantil de pesca en la dársena del puerto y saca los gigantes y cabezudos a la calle. En Carmona tendrá lugar, después de la verbena, el concurso de lanzamiento de pacas de hierba, para hombres y mujeres. Pesaguero honra al santo en la ermita situada entre Vendejo y Caloca.

Los vecinos de Bejes mantienen  la tradición de la “Procesión del Ramu” y después se plata la maya.

Procesión hay, también, en Carriazo para trasladar la imagen del santo desde su ermita a la iglesia parroquial, donde tiene lugar la misa solemne, cantada por el coro de la localidad. Además, bailarán las danzas de Ribamontán al Mar y se organiza un concurso de tortillas. En Colindres típica romería con sardinada, misa y procesión.

Los de Treto trasladan la imagen del patrón de los pobres desde la iglesia hasta su ermita para celebrar la misa en su honor y seguido tener una comida de hermandad.

Hermosa, Pido, Baró, Los Llanos, Sámano, Tama,  Somahoz y  Ruiloba son algunos de los pueblos donde se honra con rezos y bailes a San Roque.

Los pocos vecinos de Pido, localidad lebaniega famosa por sus quesos artesanos, tienen por costumbre asar el cordero más viejo para dar de comer a todos los asistentes al festejo y en el próximo pueblo de Turieno se lleva a cabo un concurso de tortilla, una disculpa para luego disfrutar todos los  romeros con el ágape.

Igualmente se anuncian festejos en  Rubayo, Valdecilla, Santa Cruz de Iguña, Cabárceno, Linares, Boo, Quijano, Polanco, Reocín,  El Tejo y San Miguel de Aras, así como en otros muchos pueblos de Cantabria.

 

Procesión de San Roque en la localidad de Cabezón de la Sal. / SAJA

EL SANTO

Se dice de San Roque  que nació en Montpellier en el seno de una familia bien situada, pero a los veinte años se quedó huérfano. Decidió entonces repartir todos  sus bienes entre los pobres, haciéndose peregrino. En la Toscana asolada por la peste, actuó como enfermero, médico y traumatólogo, consolando y a atendiendo a los enfermos, a los que sanaba milagrosamente, según cuentan las crónicas.

Su fama se extendió por toda la región. En Roma siguió curando y sanando enfermos apestados en nombre de Dios, mientras exponía su vida en medio del horror de los  lazaretos.

Finalmente quedó contagiado por el mal y los desagradecidos habitantes de la ciudad de italiana Plasencia le expulsaron de la urbe, teniendo que refugiarse en una cueva en el bosque, donde dicen que un perro le llevaba todos los días un pan para su sustento y le lamía las úlceras de la pierna. Por ello el perro le acompaña encaramado en todos los altares donde se le venera.

La tradición asegura que, posteriormente, volvió a Montpellier físicamente tan cambiado que nadie le reconoció, llegando sus vecinos a tomarle por espía por lo que le  encerraron en una mazmorra, donde permaneció encarcelado durante cinco años, llevando el sufrimiento con alegría y heroica paciencia. A su muerte, una luz prodigiosa iluminó la cárcel y entonces fue reconocido como el santo que curó milagrosamente la peste.