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"Lo intentaba, pero yo le empujaba", su hijastra se reafirma en el abuso sexual de su padrastro

Juicio al acusado de tocamientos a su hijastra. / EP

La fiscal mantiene su petición de cuatro años y medio de cárcel para el procesado por un delito de abuso sexual continuado

El acusado de abusar sexualmente -tocamientos- y de manera continuada de la hija de su pareja cuando era menor de edad -entre los 14 y 16 años- ha negado este miércoles en el juicio en su contra haber cometido los hechos que se le imputan. El hombre ha asegurado que "nunca" ocurrieron dichos actos, que supuestamente se habrían producido entre 2020 y 2022 en el domicilio familiar que compartía con la menor, su pareja y otros familiares.

Por su parte, la víctima, ahora cercana a cumplir los 18 años, se ha mantenido firme en su denuncia, señalando que el acusado "intentaba" tocarle las piernas, "siempre" por encima de la ropa, pero que ella se resistía y lo empujaba. En su declaración, ha mencionado que en varias ocasiones el acusado empleó la fuerza para inmovilizarla, aunque también en esos casos consiguió liberarse.

Este miércoles, durante la vista oral que se celebra en la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Cantabria, la fiscal del caso ha mantenido su petición de cuatro años y medio de cárcel para el acusado, así como una indemnización de 10.000 euros en favor de la menor por el daño psicológico ocasionado. La fiscal ha considerado que los hechos han quedado acreditados, subrayando que ha habido persistencia en la incriminación por parte de la víctima y que su testimonio es coherente y consistente a lo largo del proceso.

El ministerio público, no obstante, ha modificado una parte de su solicitud inicial, retirando la petición de expulsión del acusado del país debido a su arraigo en España, su actividad laboral estable y el hecho de que tiene una hija pequeña con la madre de la denunciante.

Además de la fiscalía, el Gobierno regional, que ejerce la acusación particular a través del Instituto Cántabro de Servicios Sociales (ICASS), ha apoyado la petición de condena, elevando su solicitud a siete años y medio de prisión y una indemnización de 15.000 euros para la víctima. El ICASS se involucró en el caso al abrir un expediente de protección de la menor después de que esta relatara los hechos a una amiga y a miembros del colegio donde estudiaba. En su acusación, el Gobierno regional ha destacado la superioridad que el acusado tenía sobre la víctima debido a la diferencia de edad y su posición de poder como pareja de la madre de la menor. Además, han añadido en su escrito que en una ocasión el acusado llegó a colocarse sobre la joven, inmovilizándola al agarrarle los brazos y estirarle las piernas.

Por su parte, la defensa del acusado ha pedido la absolución de su cliente, argumentando que no hay pruebas concluyentes que justifiquen una condena. Además, ha señalado que el relato de la víctima contiene "incongruencias" que podrían haber sido "inducidas" o "contaminadas" por las preguntas realizadas durante la investigación y la evaluación de los hechos.

Durante la declaración, la víctima, que testificó desde una sala separada mediante videoconferencia, relató que la relación con su padrastro, antes de los hechos denunciados, no era cercana, describiendo un ambiente de convivencia en el hogar marcado por "discusiones" entre ella, su madre y el acusado. Afirmó que el hombre entraba a su habitación por la noche o cuando su madre no estaba presente, e intentaba tocarle las piernas, concretamente de la rodilla hacia arriba, aunque siempre conseguía rechazar sus intentos al empujarlo.

De acuerdo con su testimonio, estos actos ocurrieron en varias ocasiones, aunque de forma intermitente, ya que ella, al expresar su deseo de abandonar el hogar familiar a su madre, conseguía que él cesara temporalmente en sus intentos de tocarla, pero después volvía a reincidir. La joven también relató un episodio en el que el acusado llegó a inmovilizarla, colocándose encima de ella en su cama, lo que le generó un profundo miedo. Desde entonces, comenzó a cerrar la puerta con pestillo por las noches, aunque su madre no creyó en sus palabras cuando intentó contarle lo sucedido.

La joven, que ha recibido tratamiento psicológico desde entonces, ha sido descrita por la fiscal como emocionalmente afectada en diversas áreas de su vida, incluyendo la familiar, sexual y académica.

En su defensa, el acusado, que enfrenta también una solicitud de alejamiento de la víctima por siete años, así como una prohibición de comunicación con ella y una inhabilitación para trabajar con menores durante seis años, ha negado todas las acusaciones. Ha declarado que "jamás" intentó tocar a la joven y que, si alguna vez entró en su habitación, fue de forma puntual y siempre acompañado por su pareja. Además, ha subrayado que la relación con su hijastra era mala desde un principio, atribuyendo esa tensión a la ausencia de su padre biológico, lo que, según él, lo llevó a intentar asumir ese rol paternal, lo que pudo haber sido "incómodo" para la joven.

Durante el ejercicio de su derecho a la última palabra, el acusado ha mencionado que, en la última conversación que mantuvo con su hijastra, ella le dijo que le haría "pagar" y que él acabaría "fuera de la casa", un comentario que en ese momento no comprendió, pero que ahora, a la luz de los acontecimientos, cree que está relacionado con las acusaciones actuales. Además, ha expresado su dolor por haber sido alejado de su hija pequeña, afirmando que ella es "lo único que me mantiene en pie".

La madre de la víctima, quien también ha testificado, ha confirmado que había discusiones frecuentes en el hogar, pero negó haber sido informada por su hija sobre los tocamientos que ahora se denuncian. Además, describió a su hija como una persona "mentirosa", aunque no "manipuladora", y mencionó que siempre ha tenido un carácter "introvertido" y que obtenía "malas notas" en la escuela.

Los técnicos de Servicios Sociales que intervinieron en el caso han corroborado que la joven estaba "muy angustiada, avergonzada e intimidada" cuando se le leyeron los hechos y que, a pesar de esa angustia, confirmó el relato. También mencionaron que la madre parecía tener una actitud "ambivalente", ya que negaba conocer los hechos, pero al mismo tiempo daba a entender que tenía algún conocimiento de ellos.

En cuanto a los expertos en psicología que evaluaron a la víctima, indicaron que su relato no siempre era estructurado y requería ser dirigido, pero descartaron que esto afectara la veracidad de sus respuestas. Añadieron que, en su opinión, existían criterios de coherencia y verosimilitud en el testimonio de la joven, sin evidenciar contradicciones significativas. También descartaron que la víctima tuviera animadversión hacia su padrastro, señalando que la denuncia no le ha proporcionado ningún beneficio y ha resultado en la ruptura familiar. Además, explicaron que la revelación de los abusos fue "accidental, no planificada", y que la joven solía hablar bien de su padrastro, sin ahondar en detalles violentos, aunque existió una clara "progresión del abuso", que terminó cuando ella abandonó el hogar.

Por su parte, la defensa presentó una contrapericial psiquiátrica que pone en duda la veracidad del relato de la víctima, señalando que este podría no ser "libre" y que existía una posible motivación, consciente o inconsciente, que podría influir en su testimonio.

El juicio ha quedado visto para sentencia.