¿Diversión o pesadilla? La cara oculta de las Fiestas de la Virgen Grande

Visitantes y locales en el ‘Día del Niño’ celebrado ayer como broche final a las fiestas de Torrelavega. / Alerta

El Ayuntamiento ha optado por mantener su discurso triunfalista, pero lo cierto es que un sector significativo de la población se siente ignorado con la forma en que se han gestionado las actividades.

Las Fiestas de la Virgen Grande 2024, que concluyeron el pasado domingo con un balance oficial de «éxito y alegría», han dejado un sabor amargo entre muchos de los vecinos de Torrelavega. En particular, los residentes del barrio del Zapatón han alzado la voz contra el ruido incesante del recinto ferial, mientras otros eventos como la Gala Floral y el concurso de tortillas también han sido objeto de críticas por parte de los ciudadanos.

A pesar del entusiasmo que se refleja en las declaraciones oficiales del Ayuntamiento, las redes sociales han sido el escenario de numerosas quejas y comentarios negativos respecto a la organización de las fiestas. Uno de los colectivos más afectados ha sido el de los vecinos del barrio del Zapatón, quienes han tenido que soportar más de nueve días de ruidos provenientes del recinto ferial, sin que sus demandas de cambiar la ubicación del evento fueran atendidas por las autoridades locales.

En un mensaje publicado en redes sociales, el Ayuntamiento declaraba que «Las Fiestas de la Virgen Grande 2024 se cerraron oficialmente este domingo, después de diez días de diversión y alegría en las calles de Torrelavega». Sin embargo, este entusiasmo no fue compartido por todos. Un vecino del Zapatón respondía de manera contundente: «Diversión y alegría plena no, pregúntales a los vecinos del Zapatón», reflejando así la frustración de la comunidad ante la indiferencia del gobierno local.

Este malestar no es nuevo, ya que los vecinos del Zapatón llevan años reclamando un cambio en la ubicación del recinto ferial. Argumentan que la contaminación acústica y las molestias generadas por el evento hacen que la convivencia en el barrio sea casi imposible durante las festividades. Sin embargo, hasta el momento, el Ayuntamiento ha ignorado estas demandas, priorizando la ubicación tradicional del recinto.

Además de las quejas por el recinto ferial, otros eventos de la Virgen Grande también han sido objeto de polémica.

La Gala Floral, uno de los actos más emblemáticos de las fiestas, ha sido criticada por vecinos que consideran que el concurso está mal planteado desde su origen. Según algunos comentarios, varios participantes no cumplieron con los requisitos establecidos, lo que ha generado dudas sobre la transparencia del proceso de selección. «Hoy hemos asistido, si nadie lo remedia, a la muerte de la Gala Floral», lamentaba un residente en redes sociales, cuestionando la legitimidad del concurso.

El concurso de tortillas, otro de los eventos populares de las fiestas, tampoco ha escapado a las críticas. Algunos torrelaveguenses han expresado sus sospechas sobre la imparcialidad del certamen, sugiriendo que los ganadores podrían estar vinculados al Ayuntamiento. «¿Y qué allegado vuestro fue el vencedor?», se preguntaba un ciudadano en redes, mientras otro ironizaba: «Igual no debían concursar amiguetes del ayuntamiento...jaja». Estos comentarios reflejan una creciente desconfianza hacia la gestión de las festividades por parte de la administración local.

Mientras tanto, el Ayuntamiento ha optado por mantener su discurso triunfalista, destacando el éxito de las fiestas sin hacer referencia a las críticas. Aunque la versión oficial celebra el ambiente festivo y la alta participación, lo cierto es que un sector significativo de la población se siente ignorado y descontento con la forma en que se han gestionado las actividades.

Los vecinos de Torrelavega, en particular los del Zapatón, exigen que se escuchen sus reivindicaciones y se tomen medidas concretas para que futuras ediciones de la Virgen Grande puedan ser disfrutadas por todos, sin generar molestias innecesarias ni poner en entredicho la imparcialidad de los concursos. A medida que el descontento sigue creciendo, la administración local enfrenta el desafío de reconectar con sus ciudadanos y garantizar que las próximas fiestas no repitan los errores de este año.