Las servidumbres del Gobierno

Cataluña, Venezuela y trapos sucios de Zapatero.

La transparencia de los asuntos públicos es un pilar básico de los sistemas democráticos. Un pilar que se resiente en el caso del Gobierno de Pedro Sánchez. Baste recordar que, entre otras cuestiones importantes, sigue pendiente de explicación el cambio de posición de España a favor de Marruecos en relación con la soberanía del Sahara o, más recientemente, la explicación oficial del contenido real del pacto alcanzado entre el PSC y ERC. Lo que sabemos —así lo han revelado los dirigentes de este partido separatista— es que el Gobierno se habría comprometido a traspasar a la Generalitat la gestión, recaudación, liquidación y la inspección de todos los impuestos de Cataluña.

En materia de transparencia, otro arcano en el "debe" del Gobierno es Venezuela. Las extrañas y protegidas relaciones con el régimen chavista han obligado a José Manuel Albares, ministro español de Asuntos Exteriores, a negarse a contestar si Venezuela era o no una dictadura. "No soy politólogo" fue la reiterada y patética respuesta a la que se acogió para no responder. Dijo que España no reconocerá la victoria que proclama Nicolás Maduro hasta que se verifiquen las actas de las elecciones celebradas el pasado 28 de julio, pero le faltó tiempo para añadir que tampoco reconoce el triunfo de la oposición, que sí ha sido reconocido por un nutrido grupo de países, entre otros, Estados Unidos.

La reticencia del ministro Albares a la hora de calificar de dictadura a un régimen que persigue, encarcela y tortura a los opositores, y en el que son constantes las violaciones de derechos humanos, induce a pensar que La Moncloa no quiere exponerse a que Caracas pueda responder airadamente. El oscuro asunto de las maletas de Barajas —relacionadas con el "caso Koldo" y el entonces ministro de Transportes y secretario de organización del PSOE, José Luis Ábalos—, o el inicuo papel del ex presidente Rodríguez Zapatero en la crisis venezolana, pudieran ser algunas de las cuestiones que explican la renuencia del ministro Albares a calificar de dictadura el régimen de Nicolás Maduro. Demasiadas servidumbres, demasiados secretos