El árbol Begoña no deja ver el bosque catalán

Manifestantes con pancartas a la entrada de la testifical del presidente de Gobierno, en el Palacio de La Moncloa. / EP

Pedro Sánchez se ha acogido a su derecho de no declarar, como se suponía. Podía hacerlo, la ley permite a un testigo -obligado a decir la verdad- a no declarar cuando puede afectar a la situación de un familiar directo. Por tanto, nada que reprochar a Sánchez, que ha presentado una querella al juez Peinado por prevaricación. Lo que toca ahora es esperar al resultado de esa querella y ver si es admitida a trámite.

Pero es obligado reconocer que se advierte en Peinado una inclinación a dar pie a la polémica, como la de aceptar que fuera la abogada de Vox la que acudiera a Moncloa para interrogar a Sánchez en representación de las acusaciones populares. Y provocar, como era previsible, que un grupo de antisanchistas montaran una algarada en las puertas del recinto presidencial.

Sánchez y sus acólitos han dado motivos más que sobrados para que millones de españoles sientan indignación por los negocios de Begoña Gómez aprovechando su situación de esposa del presidente, aunque serán los tribunales los que decidan si ha cometido delito. De momento, la han imputado, lo que no es asunto menor. Pero sería aconsejable que todo el proceso se desarrollara en un clima de rigor y seriedad que, por desgracia, no siempre se da. Demasiadas descalificaciones personales, demasiado circo.

Sin embargo, lo más grave que se produce estos días es el nuevo ataque del presidente del gobierno a la igualdad de los españoles. Bajo presión, bajo chantaje, ha cedido a Cataluña las competencias fiscales. Lo que aseguró que jamás haría, como también reiteró hace unos días la inefable ministra de Hacienda, que no ha dudado en dejarse llevar por su habitual servilismo al presidente y superando los dos todas las inaceptables decisiones anteriores, han cedido ante las nuevas exigencias de los partidos que les apoyan con sus votos en el Congreso. Sánchez y sus ministros ponen pie en pared ante determinados chantajes… pero lo retiran en cuanto se les amenaza con acabar con el apoyo parlamentario. Cede el gobierno, siempre, en todas las circunstancias. Para bochorno de quienes confiaban en la palabra de los socialistas.

Solo dos socialistas de relieve, Page y Lambán, se han atrevido a decir alto y claro lo que piensan. La práctica totalidad de los que ocupan cargos importantes, callan como muertos. Muy valientes. Así le van las cosas electorales a Sánchez. De capa caída, y se comprende. Solo los muy cafeteros siguen votando PSOE, no es opción muy atractiva ser gobernado por un mentiroso compulsivo, sin palabra. Todo tiene explicación: Sánchez necesitaba pintar de rojo el mapa de Cataluña, con Illa en la Generalitat para compensar la pérdida de la mayoría de los gobiernos regionales. Pero el precio que ha pagado le pasará factura política, si no al tiempo.

Aunque lo primero es ver si efectivamente Illa cuenta con los votos necesarios para convertirse en Molt Honorable President. Porque por ahí anda enredando el ex Molt Honorable Puigdemont.