23.07.2024 |
El tiempo
martes. 23.07.2024
El tiempo
El Diario de Cantabria
ALERTA El Diario de Cantabria

Una novela gráfica revela el acoso de "haters" religiosos que sufrió Nebrija

Sergio Andreu

Una novela gráfica revela el acoso de "haters" religiosos que sufrió Nebrija

Sergio Andreu

Barcelona, 12 feb (EFE).- Seamos realistas, el día a día de un lingüista no parece un filón con mucho tirón narrativo, pero la vida de Antonio de Nebrija, autor de la primera gramática castellana, fue algo más: una (desigual) batalla entre la razón y el oscurantismo religioso, que Agustín Comotto ha convertido en una novela gráfica casi de intriga.

Nebrija, de quien en este 2022 se cumple el quinto centenario de su muerte, es, quizás, para muchos -como bien apunta Juan Bonilla en el prólogo del libro- tan solo el nombre de una universidad, sin saber que tras este sevillano nacido en una familia acomodada venida a menos hubo un verdadero guerrero humanista, que combatió hasta el final de sus días los dogmatismos con la espada del raciocinio.

"Personalmente, creo que el gran hallazgo de Nebrija fue dudar de todo. Es el Renacimiento en estado puro, dudaba y era curioso, por eso tenía enemigos. La gente que duda sobre el poder tiene un problema con él", reflexiona Comotto (Buenos Aires, 1968) en una entrevista con EFE.

El autor reconoce que cuando aceptó el encargo de Nórdica para la biografía -promovida junto a la Universidad Nebrija y el Ayuntamiento de Lebrija (Sevilla)- lo hizo sin saber "prácticamente nada" de él, pero fascinado por el Renacimiento y cómo esta corriente de pensamiento, gestada en Italia, llegó a la península Ibérica en un momento convulso por la unión de las coronas de Castilla y Aragón.

"Nebrija era un humanista en medio de dos reinos que estaban empezando a conformarse como un futuro imperio y al que él trae un poco de esa luz que venía de Italia", apunta Comotto sobre la génesis de una novela gráfica en cuyo desarrollo ha tenido "total libertad", siempre dentro "del relato histórico".

De forma muy hábil para atrapar al lector, el autor estructura el relato a partir del juicio al que Nebrija fue sometido por la Inquisición en 1506 -que había acabado con la carrera de su maestro el "herético" Pedro de Osma- y que le acusaba de "falsear" la Biblia por recurrir a los originales en hebreo en sus revisiones.

A partir de los testimonios frente al tribunal, presidido por su viejo conocido el arzobispo Deza, compañero de estudios en Salamanca y convertido en antagonista ideológico, Comotto -que ha leído miles de páginas de historia del personaje para reducirlas a 150 en el libro- utiliza los "flashbacks" para mostrar la inquietud por el saber de Nebrija, que consideraba la gramática como la base de todo.

"Pienso que las ciencias y las artes no tendrían razón de existir sin la gramática. Ésta les proporciona el verbo, el entendimiento", afirma en el libro el humanista, que tras pasar por la Universidad de Salamanca, viaja a Bolonia para estudiar teología, donde quedará deslumbrado por la nueva concepción del mundo que se está gestando.

Comotto, que ha recurrido a grabados y pinturas de época para recrear las ciudades que aparecen en las páginas de la novela, hace desfilar por las mismas a personajes que rodearon a Nebrija, desde los Reyes Católicos a Colón o sus grandes valedores: Juan de Zúñiga, príncipe humanista al que sirvió unos 17 años y, sobre todo, el cardenal Cisneros, el poderoso creador de la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid), que logró salvarle de la furia inquisidora.

"Había sobre todo un proyecto y un modelo de un rey (Fernando el Católico) que quería fijar la unificación de los dos reinos a través de la fe religiosa y para eso dio poder a la inquisición. Ahí hay una lucha intestina entre órdenes religiosas (especialmente entre franciscanos y dominicos). Nebrija estaba en medio, dando vueltas", asegura el autor.

En este sentido, Comotto argumenta que el gramático "fue utilizado en la medida que el poder quiere tener a su costado gente docta, gente sabia, porque lo legitima. Él tuvo ideas brillantes y entendía que el latín debería ser la lengua universal de Europa. Tuvo muchos enemigos por eso y ahí es donde empieza el problema".

Comotto cree que al pedagogo sevillano se le pueden atribuir además otros logros más allá de la primera gramática del castellano que sacó adelante con el apoyo de la reina Isabel -que al principio no comprendía el interés de un manual de una lengua viva- con la que Nebrija pretendía facilitar el aprendizaje a "pueblos amigos" (navarros, vizcaínos, italianos) y a los vencidos en los territorios que miraban a Jerusalén.

"Supo marcar los derechos de autor. Forzó al poder a que entendiera que los autores deben cobrar por la obra realizada. De hecho, para poder imprimir la obra de Nebrija le tenían que pagar, eso supuso un antes y un después en el mundo de los autores, fue un adelantado", revela el dibujante argentino sobre esta faceta que el gramático defendió tras la aparición de la imprenta.

Unos derechos, los de los creadores, que aún hoy en día tienen numerosos detractores, porque, como indica Comotto, Nebrija fue siempre un personaje incómodo que puso en jaque un lema paulino que defendía la ortodoxia en la fe: "No queráis saber más de lo que conviene". Algo que sonaba a advertencia. EFE

saf/fl/ros

(foto) (vídeo) (audio)

Una novela gráfica revela el acoso de "haters" religiosos que sufrió Nebrija
Comentarios