El rector de la Universidad Complutense de Madrid, Joaquín Goyache, informó en el último Consejo de Gobierno de la institución que se ha abierto una investigación interna a la cátedra dirigida por Begoña Gómez, esposa del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Esta medida busca examinar si "se ha respetado la normativa propia de la universidad" tras las numerosas "noticias aparecidas en las últimas semanas en los medios de comunicación".

Goyache aseguró que la Complutense "está colaborando y va a seguir colaborando con las diversas autoridades para aclarar todo lo que sea necesario". Según el rector, la universidad "no tiene nada que ocultar". La investigación llega después de que El Debate publicara que el propio Joaquín Goyache avaló el fichaje a dedo de Begoña Gómez como directora de la cátedra extraordinaria de Transformación Social Competitiva. Además, el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso ha registrado en la Asamblea de Madrid una comisión de investigación para esclarecer todo lo sucedido en torno a esta cátedra, la cual comenzará el próximo mes de octubre.

La Complutense en el punto de mira

En las últimas semanas, ha habido un constante goteo de noticias sobre la mujer del presidente del Gobierno, imputada por la Justicia por un delito de corrupción en los negocios y otro de tráfico de influencias, y citada a declarar el 5 de julio. Esta situación ha empañado la buena reputación de la Universidad Complutense de Madrid, según recordó este miércoles Díaz Ayuso.

Tal ha sido el escándalo, que la Complutense ha decidido retirar el Máster de Transformación Social Competitiva que codirigía Begoña Gómez, y que no se impartirá el próximo curso.

Cabe recordar que la mujer de Sánchez es la única directora de las 35 cátedras extraordinarias de la Universidad Complutense de Madrid que no tiene licenciatura. Además, según desveló este periódico, promociona desde la cátedra un software especializado en el diseño de estrategias de impacto que tiene registrado a su nombre.

Por otra parte, firmó personalmente dos facturas cargadas a la Universidad, por un importe superior a los 40.000 euros, para desarrollar una herramienta tecnológica de atención a las pymes, cuyo coste total superó los 250.000 euros. Posteriormente, se apropió de esta herramienta al crear una empresa privada con el mismo nombre y objeto que la cátedra teóricamente propietaria de ese patrimonio.