En una final de Eurovisión que quedará marcada por la controversia y las emociones encontradas, Israel ha emergido como el claro favorito del televoto global, acumulando los 12 puntos de numerosos países durante la gran final celebrada en Malmö, Suecia. A pesar de los abucheos y las protestas que han caracterizado su participación, Eden Golan, la representante de Israel, ha conseguido un apoyo masivo que desafía las críticas y reafirma la popularidad de su canción "Hurricane".

El apoyo a Golan no solo ha sido notable por su extensión geográfica, incluyendo países tan diversos como Australia, Alemania, Italia, Suecia y España, sino también por la significativa discrepancia con las opiniones de algunos jurados profesionales, quienes la han colocado en posiciones mucho más bajas. Esta dicotomía entre la percepción popular y la evaluación profesional subraya la división que a menudo acompaña a las entradas más polarizadoras del festival.

La canción de Golan, que ha resonado con una amplia franja del público europeo y más allá, ha recibido una ovación en varios momentos de su actuación, a pesar de la hostilidad palpable en ciertos sectores del auditorio y de acciones mediáticas como la 'apagada' de su actuación por parte de la televisión belga y el sorprendente 40% de los votos provenientes de Italia.

El televoto ha dejado claro que, más allá de las polémicas, existe un robusto apoyo para la representante israelí, contrastando drásticamente con la evaluación de los jurados profesionales. Estos últimos han mostrado una gama de opiniones que va desde considerar "Hurricane" como la tercera mejor canción de la noche hasta posicionarla en el último lugar, lo que ha resultado en una posición media de decimoquinto lugar para Israel.

Este resultado en el televoto se ve aún más significativo cuando se contrasta con la distribución de puntos de países como España, donde Israel no solo recibió la máxima puntuación, sino que también destacó sobre otros favoritos como Ucrania y Croacia, quienes no le dieron puntos de televoto a Israel.

En resumen, la actuación de Israel en Eurovisión 2024 ha sido un fenómeno de contrastes marcados, con un apoyo popular abrumador que se enfrenta a una recepción mixta por parte de los expertos, subrayando la complejidad de un evento que, si bien busca celebrar la unidad y diversidad cultural a través de la música, no está exento de tensiones políticas y sociales.