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Corto español invita en la Berlinale a reflexionar sobre la agricultura 4.0

Elena Garuz

Corto español invita en la Berlinale a reflexionar sobre la agricultura 4.0

Elena Garuz

Berlín, 12 feb (EFE).- El español Gerard Ortín invita en su cortometraje "Agrilogistics", que se estrena hoy en la Berlinale, a reflexionar sobre cuál es el régimen alimentario emergente y las implicaciones de una implementación fuerte de la tecnología y de una agricultura basada en la captura y posesión de datos.

"A lo largo del siglo XX hemos acudido a varios regímenes alimentarios", explica el realizador en entrevista con Efe.

A principios de siglo, con la industrialización y la herencia del colonialismo hay un régimen alimentario.

Luego llegó la revolución verde basada en la modificación genética y la mecanización de la agricultura, y después, el régimen alimentario neoliberal o corporativo, encargado del offshoring, de externalizar, de conseguir mano de obra barata, precisa.

"Mis películas se centran un poco en especular, en apuntar hacia dónde van estos regímenes alimentarios y observar qué implicaciones tiene esta implementación fuerte de tecnología y tal vez de una agricultura basada en la captura de datos", señala Ortín (1988).

Según el director, si el régimen alimentario previo estaba caracterizado por las patentes de la variedades genéticas, ahora se le suma el "data mining".

"Las empresas que tengan la posesión sobre estos datos probablemente también tendrán el control sobre la producción agrícola", pronostica.

"Agrilogistics", que compite por un Oso al mejor corto, nos acerca a las recientes transformaciones tecnológicas dentro de la agricultura industrial contemporánea. Bulbos de tulipanes, esquejes de crisantemos, o tomates de vid son procesados mediante cámaras y algoritmos que regulan su crecimiento.

De día, el invernadero se convierte en un dispositivo cinemático, un plató automatizado para la producción en masa de flores y vegetales. De noche, la fábrica se detiene: exterior e interior se confunden en un espacio onírico donde plantas, animales y máquinas forman un nuevo entramado ecotecnológico.

El documental surge de "una especie de intuición" de si un invernadero contemporáneo, de alta tecnología, se puede entender como un plató casi de cine, en el que hay cámaras que se mueven y "producen unas imágenes que en este caso no son para el ojo humano, pero alimentan unos algoritmos que regulan el nivel de luz, el nivel de nutrientes, el nivel de irrigación".

Su intuición resultó ser "bastante real", afirma Ortín, que precisa que en la zona de Holanda donde estuvo grabando, "la producción de imágenes dentro del invernadero a ratos es indisociable de la producción agrícola".

En el primer rodaje, en 2019, las imágenes captadas por el cineasta parecían "celebrar" un poco la tecnología y le costaba pensar en un modo de ofrecer una "mirada critica" a esta "automatización acelerada" y de esta "intensificación de los procesos agrícolas" en el centro de Europa.

Optó por dejar reposar las imágenes dos años para encontrar este anverso que finalmente se encuentra en la segunda parte del filme, "mucho mas onírica", en la que el invernadero aunque también opera como un plató, lo hace desde "un lugar mucho más cercano a la ficción".

Ortín lleva desde hace diez años desarrollando su práctica artística en torno a la ecología contemporánea y en los últimos cinco años ha ido adoptando el cine como medio.

Actualmente cursa un doctorado en la Goldsmiths University of London y está realizando una investigación de largo recorrido en torno a las tecnologías y ecologías de los regímenes alimentarios desde una práctica de la imagen en movimiento.

Estar en la Berlinale es como "un sueño hecho realidad", asegura, y celebra que esta edición pueda celebrarse de nuevo en formato presencial, con todas las medidas de seguridad por la pandemia. EFE

egw/pi

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