Madrid, 14 nov (EFE).- La alavesa Mayte Zúñiga y el mallorquín David Bustos compartían hasta ahora varias anotaciones en su currículum deportivo: atletas de mediofondo, campeones de España, séptimos en una final olímpica. Desde este lunes tendrán una nueva experiencia en común, la de patrullar las calles de su ciudad de residencia en labores de vigilancia policial.

Bustos, séptimo en la final olímpica de Río 2016, ha tenido que buscarse una ocupación fuera del atletismo para ganarse la vida. Un rosario de lesiones lastró su carrera en los últimos años, y este lunes, con 31, debuta como policía municipal en Torrelavega, donde vive con su pareja.

Sus dos medallas europeas (plata en Ámsterdam 2016 y bronce en Helsinki 2012), sus dos participaciones olímpicas y tres mundiales, así como su notable marca personal de 3:34.77 en 1.500 no le han eximido de la necesidad de buscar una salida laboral a una situación económica incierta, agravada por la pandemia.

Lesiones e inactividad por la pandemia le dejaron sin club y, "pensando en el futuro y en la familia", según explica, sacó las oposiciones para la Policía Local de Torrelavega, donde llegó a entrenar bajo la dirección de un histórico del mediofondo español, José Manuel Abascal, bronce olímpico en Los Ángeles'84.

Ataviado con su uniforme policial, David Bustos podrá verse reflejado ahora en otra histórica, Mayte Zúñiga, la primera española que disputó una final olímpica de atletismo: séptima en la de 800 de Seúl'88 con una marca de 1:59.82, frente a rivales como las alemanas del este Sigrun Wodars y Christine Wachtel, las norteamericanas Kim Gallagher y Delisa Floyd, la yugoslava Slobodanka Colovic o la soviética Inna Evseeva.

Cuatro años después mejoró en Barcelona'92 aquel resultado, sexta, aunque esta vez en 1.500, con un crono de 4:00.59.

A su regreso de los Juegos de Seúl'88, la eibarresa tuvo que participar en patrullas nocturnas de vigilancia en su condición de miembro de la policía autónoma vasca (Ertzaintza).

Concluido el permiso que los mandos policiales le concedieron para preparar su participación olímpica, Mayte Zúñiga tuvo que regresar al trabajo ya que su corta antigüedad en el empleo no le permitía obtener la excedencia que había solicitado y que obtuvo después para dedicarse plenamente al atletismo.

Todavía tiene el récord de España de 800: 1:57.45, conseguido en las pistas sevillanas de Pineda aquél mismo año de 1988.

Antes de competir en Seúl, Zúñiga prestaba sus servicios en la Academia policial de Vitoria, donde impartía clases de educación física a sus compañeros, pero al regresar de la capital surcoreana tuvo que servir en los turnos de patrulla, a veces hasta las cinco de la mañana, para luego dormir hasta mediodía y por la tarde someterse a los entrenamientos como atleta.

Obtenida la excedencia, Zúñiga pudo, al fin, dedicarse por completo al atletismo y cuando colgó las zapatillas trabajó en la Federación Española de Atletismo. EFE

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