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La inevitable relación del fútbol con la política

Sergi Escudero

La inevitable relación del fútbol con la política

Sergi Escudero

Barcelona, 30 ene (EFE).- Con la premisa de que el fútbol es un instrumento para explicar la historia y la política utiliza el fútbol desde sus inicios parte 'El historiador en el estadio' (Principal), el libro del periodista e historiador Toni Padilla, que se centra en 40 clubes de fútbol de 40 países diferentes para explicar una relación evidente e inquebrantable.

"El fútbol muestra una cara amable, es intercultural y 100% global, y se vive con pasión. Esto provoca que lo utilicen desde los empresarios a los dictadores que pretenden conseguir una posición central. A lo largo de la historia se ha hecho así, aunque ha cambiado la forma de hacerlo por la evolución de los clubes y la globalización", explica Padilla a EFE.

En este sentido, se pregunta qué diferencia hay entre lo que están haciendo actualmente países como Catar, propietario del París Saint-Germain y organizador del próximo Mundial de fútbol, o Arabia Saudí, sede de la Supercopa de España, de un Gran Premio de Fórmula 1 y del Rally Dakar, con lo que se ha hecho anteriormente.

"¿Qué diferencia hay con lo que hizo la Italia fascista cuando organizó el Mundial del 34, con el Mundial de Argentina del 78 bajo la dictadura militar de Jorge Videla o hasta con el Mundial de España del 82, que fue otorgado por la FIFA aún en tiempos del franquismo?", pregunta el periodista del periódico 'ARA' y colaborador en los canales de televisión 'Gol' y 'Movistar'.

La respuesta la da él mismo: "Era y es una forma de ocupar un espacio central en el imaginario colectivo y de demostrar al mundo lo que puedes hacer mientras intentas enseñar que puedes ser buena gente".

Pero la mezcla del deporte con la política, que Padilla ya deja claro en la introducción de libro que es una evidencia, no es algo que surgió en el siglo XX. Hay estudios que explican que en la Antigua Roma ya se utilizaba el deporte con motivos políticos. En las carreras de cuádrigas, por ejemplo, cada una tenía un color y cada color representaba una tendencia política o una familia.

Y no fue hasta los Juegos Olímpicos de Atenas de 1906 que en este evento se hizo una división política entre los deportistas. Hasta entonces los participantes de diferentes países habían podido competir de forma conjunta.

Por eso Padilla en el libro defiende la figura del emisor que es criticado cuando mezcla deporte y política o, en este caso más concreto, fútbol y política. "Lo único que haces es explicar una realidad, que el fútbol está politizado", insiste.

"Cuando estás de acuerdo en cómo va el mundo haces ver como si nada fuese política, como si la realidad fuese algo endémico. Y lo que estás haciendo es quedarte el deporte para promocionar tus ideas y tus valores", añade. En este sentido, reivindica la figura del también periodista e historiador Manuel Vázquez Montalbán, "quien empezó a teorizar todo esto".

Padilla relata en 'El historiador en el estadio' la relación que han tenido con la política clubes como el East Bengal (India), el América de Cali (Colombia), el Qarabag (Azerbaiyán), el Hakoah de Viena (Austria), el Persipura Jayapura (Indonesia), el Erbil Sport Club (Iraq), el Rayon Sports (Uganda), el Dick, Kerr's Ladies FC (Inglaterra), el Pachuca (México) o el modesto Júpiter de Barcelona.

"Cada semana hay partidos que miran millones de personas y que llenan estadios con 80.000 espectadores y aquí la gente ni sabe el nombre de esos equipos. Para esas personas esos conjuntos son tan importantes o más que para nosotros el Barça o el Real Madrid. Porque en países oprimidos o en guerra la alegría de un gol es un pequeño triunfo. Esto pasa ahora en Argelia o Armenia", sentencia Padilla. EFE

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