En un decisivo momento electoral, el Partido Socialista de Cataluña (PSC) ha emergido como el vencedor indiscutible en las recientes elecciones catalanas, celebradas este 12 de mayo. Según las encuestas a pie de urna, el PSC, liderado por Salvador Illa, podría asegurar la presidencia de la Generalitat al formar una coalición con Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) y En Comú Podem. Los socialistas catalanes esperan obtener entre 37 y 40 escaños, superando los 33 escaños alcanzados en las anteriores elecciones de 2021.

Los resultados preliminares apuntan a una reconfiguración significativa del panorama político catalán. ERC, dirigido por Pere Aragonès, actual presidente de la Generalitat, enfrenta una pérdida notable de apoyo, proyectándose entre 24 y 27 escaños, frente a los resultados anteriores. Por otro lado, Junts per Catalunya, bajo la influencia de Carles Puigdemont y con una campaña centrada en el sur de Francia, muestra un ligero aumento, con proyecciones que varían entre 33 y 36 escaños.

Este cambio de guardia sugiere un posible reajuste de las alianzas políticas en Cataluña, con Illa en el centro de un posible gobierno de coalición que también incluiría a los Comunes, quienes se mantendrían estables con entre seis y ocho diputados. La combinación de estos partidos podría asegurar una mayoría funcional en el Parlament, situando entre 67 y 75 escaños en total para la coalición propuesta.

La contienda electoral también ha destacado por la paridad proyectada entre el Partido Popular (PP) y Vox, ambos compitiendo en un rango similar de nueve a 12 escaños para el PP y de 10 a 11 para Vox, indicando un estancamiento para Vox y una notable mejora para el PP bajo la dirección de Alejandro Fernández. Sin embargo, Ciudadanos enfrenta una notable debacle, quedándose fuera del Parlament por primera vez en 18 años, un reflejo dramático de su declive continuo en la política regional.

Estos resultados preliminares no solo subrayan un cambio en la preferencia electoral de los catalanes hacia opciones más moderadas y colaborativas, sino que también plantean preguntas sobre la futura dirección política de Cataluña y su relación tanto con el gobierno central en Madrid como con sus propias aspiraciones autonómicas. Illa ahora se enfrenta al desafío de navegar estas aguas complicadas, con la esperanza de formar un gobierno estable que pueda abordar tanto las necesidades inmediatas de Cataluña como sus complejidades políticas a largo plazo.