La emocionante última etapa antes del primer día de descanso del Giro de Italia dejó a los espectadores con el corazón en la boca. En una jornada marcada por el sol radiante y el constante vaivén de emociones, la 'clásica' de Nápoles ofreció un espectáculo vibrante hasta el último metro de la línea de meta.

Desde los primeros compases, la fuga liderada por Maestri y Pietrobon del Polti-Kometa mantuvo en vilo a los aficionados, desafiando al pelotón con una valentía digna de admirar. Sin embargo, mientras el sol brillaba sobre sus espaldas, los corredores no estaban exentos de peligros, como demostró el susto que se llevó 'G' Thomas en un enganchón durante una curva.

Pero fue en los últimos 25 kilómetros donde la verdadera emoción se desató, convirtiendo la etapa en una auténtica clásica del ciclismo. El terreno ondulado puso a prueba la resistencia de los equipos de los velocistas, quienes debían luchar contra el cansancio y las trampas del recorrido para tener una oportunidad en el esperado sprint final.

Alaphilippe y Costiou intentaron escaparse del pelotón en un arrebato de valentía, pero fueron neutralizados por un Lidl-Trek decidido a recortar distancias. Mientras tanto, Narváez, consciente de que no podía competir con los velocistas puros en un sprint, lanzó su propio ataque en busca de la victoria en solitario.

Sin embargo, sus esfuerzos no fueron suficientes para mantenerse adelante, y finalmente fue Kooij quien cruzó la línea de meta en primera posición, seguido de cerca por Milan y el propio Narváez. Esta victoria representa un triunfo importante para el equipo Visma, que ha estado sediento de éxitos en esta temporada.

Con esta emocionante conclusión, el Giro de Italia continúa demostrando por qué es una de las competiciones más apasionantes del ciclismo mundial, manteniendo a los espectadores al borde de sus asientos en cada etapa.