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El Diario de Cantabria

Uno apunta y el otro dispara

Mario García, que debutaba con el primer equipo, puso el centro que Yeray convirtió en su primer gol con el primer equipo | Aún lo estoy asimilando», apunta el goleador | Salí con confianza y las ideas claras», afirma el asistente

Mario García y Yeray, sobre el césped de El Toralín. / RRC
Mario García y Yeray, sobre el césped de El Toralín. / RRC
Uno apunta y el otro dispara

Cuando uno es futbolista y acude a la parada del tren, no sabe si después del que está ahora mismo en el andén llegará otro diez minutos más tarde o si el siguiente, como en la película de P-Tinto, tardará 32 años en pasar. Por eso conviene coger el que está a punto de partir. Sobre todo, cuando su destino es el primer equipo, cuando supone la oportunidad de cambiar el anonimato de la cantera por las luces del fútbol profesional. Por ahora, Mario García y Yeray, dos futbolistas que hasta esta temporada habían sido muchas veces rivales pero que en la actual eran compañeros en el Rayo Cantabria, han cogido la maleta, se han aferrado a la oportunidad que se les ha presentado y van a intentar soldarse a ella. A estas horas ya están a bordo y quieren comprobar hasta dónde les lleva ese tren.

Son los chicos de moda. Quieren derribar la puerta y saben que la única manera de hacerlo es con actuaciones como la del pasado domingo, siendo protagonistas y decisivos. Uno puso el centro y el otro cabeceó a gol; uno apuntó y el otro disparó. El dúo mágico. Hay que hacerlo muy bien para que a los entrenadores no les resulte sencillo volverlos a enviar a un segundo plano y, por ahora, lo están consiguiendo. El encuentro contra la Ponferradina en El Toralín ya quedará para siempre en su recuerdo porque para el lateral fue su debut en el primer equipo y para el extremo su primer gol con el mismo.

«Todavía lo estoy asimilando, ahora mismo estoy en estado de schock», llegó a decir el centrocampista de Isla cuando abandonó El Toralín. Ayer aún le duraba la resaca por esas emociones fuertes vividas apenas mes y medio después de que José Alberto decidiera quedárselo para el primer equipo. Le metió de lleno en la rotación hasta ser el primer extremo en entrar al campo en sustitución de Mboula o Íñigo Vicente. Incluso Alfon y otro canterano como Marco Camus se han tenido que marchar al ver que, con la irrupción de Yeray, participar en los partidos iba a estar complicado. El entrenador se la ha querido jugar con él y él está respondiendo.

«Trabajo todos los días para esto», asegura el canterano. Tanto para él como para Mario García han cambiado las cosas con el cambio de entrenador porque, de hecho, Fernández Romo había decidido prescindir de lo que le podía dar Yeray. Fue quien le hizo debutar el curso pasado pero, al ver que le convocaban para no jugar, pidió que al menos le permitieran seguir haciéndolo con el filial, lo que enfadó al entrenador madrileño, que incluso dejó de llamarle para entrenar a sus órdenes. José Alberto no sólo le ha recuperado para la causa después de que el club atara su renovación el pasado verano, sino que incluso le ha puesto a jugar como primer recambio y le ha permitido jugar con el Rayo cuando se ha dado la posibilidad. Y el jugador está encantando. «El míster y el cuerpo técnico me han transmitido muchísima confianza desde el primer día y eso se nota cuando entras al campo, ya que juegas tranquilo y sin tanta presión, que es importante para poder demostrar lo que valgo», apunta el atacante de Isla.

Mario García pasó a entrenar con el primer equipo en cuanto hubo un relevo en el banquillo, ya que José Alberto colocó a Satrústegui en la nómina de centrales y, por lo tanto, le faltaba un lateral izquierdo, por lo que cogió al del filial. Y un meritorio siempre ha de estar preparado porque no sabe cuándo va a surgir la oportunidad. La suya comenzó a fraguarse cuando se lesionó Saúl, tomó más fuerza cuando también entró en la enfermería Satrústegui y, finalmente, le llamaron para que entrara a jugar cuando Mantilla no pudo continuar el partido de El Toralín. «Vi en una jugada que pedía el cambio y, en cuanto lo vi, también escuché a Pablo (Álvarez) diciendo ‘Mario, a calentar’. Y me fui con Dani (Salvador) mentalizado, seguro y con confianza». Es algo que quedó acreditado en cuanto le tocó saltar a disputar toda la segunda parte.

Reconoce el nuevo valor del Racing que estuvo «nervioso al principio, nada más entrar al campo y en los primeros balones». Sin embargo, en seguida se soltó: «Me vi bien, seguro». No tardó en poner un balón perfecto a la cabeza de Mboula y así pudo comprobar que la maquinaria estaba bien engrasada. Sólo le quedaba ser él mismo. «Al final, estuve más nervioso antes de entrar y después del partido que en el campo, ya que ahí fui a lo mío y estuve concentrado», explica.

Es joven pero sobradamente preparado. Sabía lo que tenía que hacer: «Salí con toda la confianza del mundo y con las ideas claras después de todo lo que habíamos trabajado entre semana. Sabía lo que había que hacer». Y lo hizo. Todo le salió a pedir de boca porque, a falta de doce minutos para el final, ejecutó «un centro bueno» con el que el Racing logró un punto que puede ser fundamental. Y se dio rienda suelta al desborde de emociones por los cuatro costados sin necesidad de contenerse, ya que tras encajar una derrota habría resultado más complicado celebrar un debut.

MUCHAS LÁGRIMAS. En las gradas de El Toralín estuvieron los familiares y los amigos de Mario. «Mis padres y mis tíos estuvieron llorando y mis amigos no sé, pero seguro. Todos estaban muy contentos». Como para no. El momento lo pedía porque él mismo confiesa que fue «una sensación única» darse cuenta, de repente, de que aquello con lo que había soñado desde que empezó a jugar a fútbol se había hecho realidad. «Fue inexplicable, la verdad». Él es santanderino y tiene claro que el Racing es siempre «el equipo en el que todo niño de la ciudad quiere jugar».

En ese sentido, la trayectoria de Yeray ha sido diferente porque mientras a éste le han crecido los dientes en La Albericia, Mario García no deja de ser un recién llegado. El pasado curso, jugaba en el Perines de División de Honor y fue Matabuena quien recomendó a Colsa que lo reclutara para el filial. En seguida se hizo con un puesto de titular, en diciembre comenzó a frecuentar los entrenamientos del primer equipo y el pasado domingo debutó dando una asistencia. Todo ha sido muy rápido.

Recuerda el lateral izquierdo que al filial ya se incorporó «con toda la ilusión del mundo». Sabía que hacerse un hueco iba a ser «muy complicado» pero a base de «trabajar duro todos lo días y de ir mejorando cada día» fue abriendo camino. «Lo del primer equipo ya fue un sueño», apunta. De no haber recibido en ninguna categoría llamada alguna del Racing, a ser uno de sus jugadores de futuro. Con todo, él sigue con los pies en el suelo, sabiendo que sigue siendo «jugador del Rayo» y a la espera de las futuras decisiones de José Alberto. «Yo voy a seguir trabajando igual y a ver lo que pasa al final. Si me sigue llamando el primer equipo, pues encantado. Y si hay que seguir jugando con el Rayo, pues también y a ayudar en todo lo que pueda también», resume.

A quien ya no se le va a ver más en el filial es a Yeray. Lo sabe. Menos aún después de haberse estrenado como goleador. Haber tenido a Mario García como compañero durante toda la primera vuelta en el Rayo le permitió intuir a dónde iba a ir el balón que salió de sus botas desde la banda izquierda. «Le conozco bien, sé que siempre pone muy buenos centros y por ese entré como un toro a ver qué pasa. Y la verdad es que salió todo muy bien», recuerda. Su remate fue perfecto, sin capacidad de respuesta para el portero de la Ponferradina. En ese momento, a la hora de la celebración, se le pasaron «muchas cosas por la cabeza». «Estaba flipando y todavía lo estoy intentado asimilar», recalca.

A la hora de iniciar la carrera para festejar un gol tan importante con sus compañeros, patinó «y no sabía ni qué hacer». No es algo que se pueda planificar. Es el precio de la espontaneidad y las emociones acumuladas. La confianza que depositaron en él se vio, de pronto, recompensada. Tanto él como Mario García se han encontrado con una oportunidad que no todos los que la merecían han tenido antes. Creen ambos que están en un buen momento para los que llaman al timbre. «Si trabajas y se dan los resultados, aquí nunca han cerrado una puerta», asegura el nuevo goleador racinguista. «Te dan oportunidad que después hay que aprovechar y, a partir de ahí, ya depende de muchas cosas», apunta. Para empezar, encontrarte con un entrenador que crea en ti. Es algo que él tiene.

Uno apunta y el otro dispara
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