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El Diario de Cantabria

RACING 1-1 TENERIFE

El Racing arañó un punto en un mal partido contra el Tenerife

El Racing arañó un punto en un mal partido en el que fue inferior al Tenerife, sobre todo en el primer tiempo  | El talento de Íñigo Vicente convirtió en gol un error defensivo del rival para adelantar a su equipo, pero fue insuficiente

Los jugadores del Tenerife celebran el gol en El Sardinero. / LL
Los jugadores del Tenerife celebran el gol en El Sardinero. / LL
El Racing arañó un punto en un mal partido contra el Tenerife

Es posible que ninguno de los dos equipos se fuera satisfecho con el empate, pero el Racing puede dar gracias por el punto conseguido ante un Tenerife que fue superior. Sobre todo, en un primer tiempo donde convirtió al conjunto cántabro en poca cosa. Lo que sucedió en esos primeros 45 minutos fue un ejercicio de supervivencia del que, sorprendentemente, no sólo salió indemne el equipo verdiblanco, sino con las llaves del coche. Fue un equipo con poco fútbol, como si hubiera agotado el efecto generado por el cambio de entrenador, como si hubiera decidido volver a las andadas. Y eso es preocupante. Atención, spoiler: acaba mal.

Hay que decirlo todo: tuvo suerte el Racing en el primer tiempo. Lo más normal es que se hubiera ido a descansar perdiendo y se fue ganando. El Tenerife no se lo podía creer. Le habría resultado complicado completar un mejor primer tiempo pero no marcó ningún gol y recibió uno que él mismo envolvió en papel de regalo. Todo lo que le pudo salir mal le salió mal mientras que los jugadores verdiblancos no entendían lo que pasaba. Todo era fango a su alrededor pero se mantenían limpios. Algo así hay que aprovecharlo. A partir de ahí, sólo podían mejorar.

El equipo isleño pudo haber marcado ya en el primer minuto de juego pero acabó regalando uno a su rival al cuarto de hora de partido, cuando Íñigo Vicente abortó un pase horizontal supuestamente intrascendente. Lo normal habría sido que no hubiera pasado nada pero el jugador de Derio, que había visto en una bola mágica hacia dónde se iba a dirigir la pelota, se adelantó al supuesto receptor del paquete para controlarlo en la frontal del área. Y eso sólo fue lo fácil. Lo complicado fue la definición. Una obra de arte al alcance de pocos. Apenas controló la pelota y, a pesar de estar aún lejos de la zona de castigo, remató con el exterior al ver un pasillo por donde el esférico podría tocar la gloria. Y le salió perfecto. Se pareció mucho a lo que él mismo había hecho en Cartagena.

La diferencia fue que aquel día se vio a un buen Racing mientras que ayer apareció en escena uno que se asimiló más al que jugó en Vitoria que al que había ganado al Sporting hace quince días. El Tenerife fue muy superior y no sólo se hizo con el dominio de la posesión, sino que logró jugar constantemente en campo rival. Entre los jugadores verdiblancos y la tierra prometida había todo un desierto imposible de recorrer. Menos aún con un Mboula ausente y un Íñigo Vicente que no está hecho para jugar a transitar rápido de una esquina a otra.

El conjunto cántabro ni corrió ni se mostró capaz de dar pausa y sentido al balón. Le costaba horrores superar líneas y ni siquiera podía con la primera línea de presión tinerfeña. Parecía imposible que el Racing pudiera ni tan siquiera medirse de igual a igual a su rival. El gol visitante parecía cuestión de tiempo. Para colmo, Íñigo vio una amarilla a los cinco minutos y lo más normal habría sido que hubiera visto una segunda antes del descanso, pero ni siquiera en eso tuvo fortuna el Tenerife.

«La Segunda División es una categoría de errores», había dicho José Alberto el día anterior. Cómo lo sabe. Su equipo se adelantó gracias a uno muy gordo y Germán estuvo a punto de regalar otro a su rival apenas cinco minutos después. Fue como si el central hubiera querido devolver el favor. Venía de cometer un error tremendo en Vitoria y ayer de nuevo fue a dar un pase a un compañero que se quedó corto y que aprovechó Borja Garcés para colarse en el área. Su pase de la muerte no alcanzó a rematarlo Enric Gallego pero sí Waldo, que lo hizo desde el punto de penalti con todo a favor para levantar los brazos, pero disparó a las nubes. Increíble.

Con todo, cuando más cerca se vio el Tenerife de la igualada fue diez minutos más tarde, cuando Nacho le sirvió un medido centro a Enric Gallego que éste remató a gol. Sin embargo, el árbitro vio que se había apoyado sobre Alves para cabecear y lo anuló. El equipo canario lo protestó mucho porque, para colmo, el delantero acabó sangrando por la nariz, pero no había nada que hacer. Era el primer tiempo del Racing. Todo le salió de cara.

Tiene una tremenda capacidad el fútbol de escribir paradojas. Ayer, justamente cuando mejor estaba el Racing, que pareció salir del vestuario de mejor manera, recibió el empate. Los hombres de José Alberto habían logrado al menos inclinar el terreno de juego hacia la portería rival pero de nuevo una falta de contundencia en su campo y, peor aún, en su área, abrió el camino del empate. Vuelta a empezar. La noche pintaba peligrosa.

Lo cierto es que pocas cosas más pasaron en un segundo tiempo donde se igualaron las cosas. El Racing siguió incapaz de trenzar acciones con balón. Como ya va siendo costumbre, sólo cuando arrancaba Pombo parecía que podían pasar cosas, pero pocas acciones acabó el maño. Al equipo verdiblanco le faltó presencia y profundidad por bandas y, de este modo, el punto de interés, más allá de la emoción por el resultado, estuvo en ver el debut de Sangalli y la nueva aparición de Pol Moreno pera dejar claro que no tiene mucho sentido que le haya quitado el sitio un Germán que parece empeñado en demostrar por qué se pasó la primera vuelta sin jugar.

El Racing arañó un punto en un mal partido contra el Tenerife
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