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Revelado: el tesoro natural de Cantabria son las secuoyas gigantes

En Cantabria, el Monumento Natural de las Secuoyas del Monte Cabezón alberga un bosque protegido desde 2003, con secuoyas plantadas en 1940 para madera, nunca taladas. Con hasta 848 árboles, es el mayor bosque de secuoyas en Europa continental, una joya botánica y testimonio histórico.
Vista de las secuoyas de Cabezón de la Sal. EP
Vista de las secuoyas de Cabezón de la Sal. EP
Revelado: el tesoro natural de Cantabria son las secuoyas gigantes

En Cantabria, la magia del Monumento Natural de las Secuoyas del Monte Cabezón te aguarda. Este espacio protegido desde 2003 alberga un espectáculo natural impresionante, con secuoyas que datan de una iniciativa forestal en 1940. Aunque destinadas originalmente a la producción maderera, estas gigantes arbóreas nunca fueron taladas, resultando en un tupido bosque de secuoyas donde ejemplares de hasta 40 metros de altura desafían la gravedad con troncos de hasta dos metros de perímetro.

Desde el aparcamiento gratuito, una breve caminata y una pasarela conducen al corazón del bosque, donde hasta 848 ejemplares de Sequoia sempervirens dominan el paisaje. La verticalidad de estos árboles obliga a mirar hacia arriba, donde sus copas piramidales filtran una luz orgánica entre las ramas. La densidad del bosque es tal que apenas deja espacio para el sotobosque, creando una experiencia de serenidad y majestuosidad.

Con sus 2,5 hectáreas, este es el bosque de secuoyas más extenso de Europa, según publica National Geograpfic, un tesoro botánico que contrasta con el entorno natural cántabro. Aunque las secuoyas no son nativas de la región, su adaptación ha sido notable, siendo uno de los pocos lugares en España donde prosperan de manera tan espectacular.

Este paisaje no solo cuenta historias de naturaleza, sino también de historia humana. En el siglo XX, el Monte Cabezón sufrió cambios drásticos debido a la explotación forestal intensiva y a intentos de reforestación con especies foráneas como el Eucalyptus Globulus y el Pinus radiata. Sin embargo, las secuoyas, plantadas en un contexto de política autárquica, sobrevivieron y ahora se erigen como testigos centenarios de ese pasado cambiante.

Recorrer los senderos de este bosque permite conectar nuevamente con la naturaleza, como sugiere Rachel Carson. Es una oportunidad para redescubrir la alegría y el misterio del mundo natural, mientras se contempla la persistencia y belleza de estas gigantes del bosque, que seguramente seguirán asombrando a generaciones futuras en el año 3940 y más allá.

Revelado: el tesoro natural de Cantabria son las secuoyas gigantes
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