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El Diario de Cantabria

Descubre como Carasa evita la polémica en la celebración de La Gata Negra

Carasa reemplaza a una gata negra real por un peluche en su tradicional fiesta, respondiendo a exigencias animalistas y evitando conflictos con la Ley de Protección Animal de 2023.

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Descubre como Carasa evita la polémica en la celebración de La Gata Negra

En la localidad de Carasa, perteneciente al municipio cántabro de Voto, se ha optado por un cambio significativo en la tradicional celebración de La Gata Negra, que se celebra cada 16 de agosto. Este año, en lugar de liberar a una gata negra real, los organizadores decidieron utilizar un peluche del mismo color, una medida que ha permitido evitar la polémica que solía rodear a esta costumbre ancestral.

La decisión de sustituir al felino por un muñeco surge en respuesta a las demandas del colectivo animalista Haiekin, que desde hace tiempo venía exigiendo la eliminación del uso de animales en este evento. La asociación había presentado escritos tanto en la Consejería de Fomento, Ordenación del Territorio y Medio Ambiente del Gobierno de Cantabria como en el Ayuntamiento de Voto, argumentando que la liberación del animal infringía la Ley de Protección de los Derechos y el Bienestar de los Animales, aprobada en 2023. Según esta normativa, el uso de animales en espectáculos o festejos populares está prohibido.

La fiesta de La Gata Negra es una tradición con raíces profundas que se remonta a la Edad Media. En aquella época, los gatos negros eran considerados símbolos de mal agüero, asociados a la magia y la brujería, lo que dio origen a esta peculiar celebración. Aunque el ritual ha cambiado con el tiempo, el elemento central siempre ha sido la liberación del felino en la vía pública, con el propósito de observar la dirección en la que huye. En sus inicios, el animal era introducido en un saco y lanzado al público desde una altura considerable, lo que añadía un componente de espectáculo al evento.

Con el tiempo, las sensibilidades y las normas han cambiado, y lo que antes se veía como un simple acto festivo ha sido objeto de crecientes críticas por parte de defensores de los derechos de los animales. Ante este panorama, la sustitución del gato por un peluche parece haber sido una solución que contenta a todas las partes, permitiendo mantener la esencia de la celebración sin causar daño a ningún ser vivo.

Los habitantes de Carasa han recibido el cambio con aceptación, y el evento se desarrolló sin incidentes. La carroza que tradicionalmente transportaba al animal desde el barrio de Rioseco hasta la plaza principal de Carasa lo hizo este año con el muñeco en el transportín, tal como informaron fuentes presenciales a Europa Press.

La asociación Haiekin ha valorado positivamente esta modificación, calificándola como un paso hacia la adaptación de las festividades a los nuevos tiempos, en los que el respeto por los derechos de los animales cobra cada vez mayor relevancia. De esta manera, la comunidad de Carasa ha logrado preservar una tradición centenaria, adaptándola a la sensibilidad contemporánea y evitando el conflicto que podría haber surgido de continuar con la práctica original.

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