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Al-Attiyah, el ‘jeque del desierto’ también en Arabia Saudí

Redacción deportes, 13 ene (EFE).- “Ganar un Dakar aquí es muy importante para mí”, aseguró Nasser Al-Attiyah (Toyota) antes de empezar la 44ª edición del Dakar. Dicho y hecho. Era el favorito antes de arrancar, se impuso en el prólogo y en el segundo día ya tenía el histórico rally-raid a su favor. Su cuarto ‘touareg’, tras los ganados en 2011, 2015, 2019, y el primero en Arabia Saudí.

Al-Attiyah, el ‘jeque del desierto’ también en Arabia Saudí

Redacción deportes, 13 ene (EFE).- “Ganar un Dakar aquí es muy importante para mí”, aseguró Nasser Al-Attiyah (Toyota) antes de empezar la 44ª edición del Dakar. Dicho y hecho. Era el favorito antes de arrancar, se impuso en el prólogo y en el segundo día ya tenía el histórico rally-raid a su favor. Su cuarto ‘touareg’, tras los ganados en 2011, 2015, 2019, y el primero en Arabia Saudí.

Tras dos segundos puestos consecutivos en territorio saudí, el catarí logra su ansiado triunfo y empata con el finlandés Ari Vatanen (1987, 1989, 1990, 1991) con cuatro ‘dakares’ en su haber. Por delante solo tiene al francés Stéphane Peterhansel con ocho victorias, a las que suma las seis que logró previamente en motos.

Un Dakar que empezó con un gran gesto por parte de Al-Attiyah, pero su nombre tardó poco en estar rodeado de polémica.

Dos días antes del inicio de la prueba, al dueño del equipo Rebellion se le incendió el coche en una prueba en territorio saudí. Cuando se enteró el catarí, hizo que volviera el Toyota con el que ganó en 2019 -el coche de la primera victoria de la marca japonesa en el Dakar- y que iba ya camino a su museo, pero que lo llevó a Arabia Saudí por si ocurría algún problema en el envío de su Toyota de esta edición desde Sudáfrica debido a las restricciones por la variante ómicron.

El ‘Rey mago’ ya estaba en Oriente. Y su magia la desplegó en el segundo día de competición; en la famosa y controvertida Etapa 1B que finiquitó el Dakar en coches prácticamente al comienzo de la prueba. Todos se perdieron menos Al-Attiyah y el francés Sebastien Loeb (Bahrain Raid Xtreme), quien le siguió. Y la polémica llegó al vivac.

Sven Quandt, responsable de la estructura X-Raid, soporte de Audi en el Dakar, prendió la mecha: "Tenemos que esperar hasta ver la situación porque no estamos seguros. Es gracioso que solo un coche haya conseguido encontrar el camino correcto. Creemos que tenían información extra; de otra manera era imposible encontrar esa pista", dijo en declaraciones para TVE.

Más tarde lo matizó, pero había señalado que Al-Attiyah tuvo ventaja sobre el resto, quienes, con un Carlos Sainz a la cabeza tras perder más de dos horas y decir adiós a todas sus opciones, aseguraron que el libro de ruta era incorrecto. La organización, con su director David Castera a la cabeza, no lo vio así y la carrera siguió su curso.

Con más polémica. Las variables decisiones de dirección de carrera, cambiando hasta tres veces el reglamento para el orden de salida, afectaron también al catarí en la segunda etapa.

Al-Attiyah la completó sin haber conectado la caja negra que envía a la organización todos los parámetros del coche para que se pueda comprobar su legalidad durante el Dakar. Toyota alegó que fue un error humano ya que, junto a la batería, desconectan los dos sistemas por la noche por seguridad y el catarí se libró de la descalificación.

Esa era la sanción que le correspondía según el artículo 13.1.2 del Reglamento Deportivo de la Federación Internacional de Automovilismo (FIA), pero fue enormemente reducida hasta 5.000 euros de multa y aviso de descalificación si volvía a suceder. El organismo defendió que quedaba mucho rally por delante, por lo que aplicar el reglamento a rajatabla sería “desproporcionado”.

Y hasta ahí llegaron los problemas extradeportivos para un Al-Attiyah que marcó a Loeb en cada etapa y que en todo el Dakar solo tuvo un susto. “He pasado mucho miedo”, dijo tras completar la octava etapa en la que rodó 350 kilómetros con tracción solo en las dos ruedas delanteras. Aun así, solo se dejó siete minutos respecto al galo. Su gestión del coche volvía a ponerle de cara la victoria.

Un triunfo que cerró en la duodécima y última etapa sin arriesgar. Salió séptimo, con Loeb detrás, y acabó siguiéndole para marcar de cerca a su rival, que acabó a 27’46” de distancia en la general. EFE

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omb/og

Al-Attiyah, el ‘jeque del desierto’ también en Arabia Saudí
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