Beirut, 5 ene (EFE).- El Gobierno libanés ordenó este miércoles abrir una investigación sobre un presunto caso de maltrato a una trabajadora inmigrante tras hacerse viral un vídeo en el que es arrastrada varios metros por el pelo, en un país donde todavía rige el controvertido régimen de patrocinio "kafala", que vincula la validez de su residencia en el país con sus empleadores.

"La oficina del ministro de Trabajo, Mustafa Bayram, anunció que tras ver un vídeo que muestra una agresión descarada a una trabajadora de nacionalidad extranjera, el ministro inició de forma inmediata una investigación especial", anunció un comunicado.

La Inspección de Trabajo preparará rápidamente un informe "detallado" con el objetivo de incluir al "agresor" en la lista negra del Ministerio, de acuerdo con la nota, que aboga por "la tolerancia cero a las agresiones a seres humanos, incluyendo a los trabajadores extranjeros" y por "preservar su dignidad y derechos".

Hoy circula por las redes sociales un vídeo aparentemente grabado desde un edificio cercano en el que se puede ver a un hombre arrastrando a una mujer de color por un camino asfaltado mientras la agarra únicamente por el pelo, además de propinándole un golpe en la cabeza.

Ayer mismo, Human Rights Watch (HRW) publicó un artículo de su investigadora para el Líbano Aya Majzoub en el que denuncia la prevalencia del "restrictivo y explotador sistema 'kafala'", que vincula la validez de su residencia en el país con sus empleadores, a menudo un caldo de cultivo para todo tipo de abusos.

De acuerdo con datos del Ministerio de Trabajo libanés citados por Majzoub, en la actualidad unos 250.000 trabajadores inmigrantes residen en la nación mediterránea, en su mayoría mujeres procedentes de África o Asia.

La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) estimó en 2020 que había unos 400.000 trabajadores inmigrantes en el Líbano, si bien se cree que muchos habrían abandonado el país a raíz del estallido de la crisis económica en 2019, la pandemia y la explosión del 4 de agosto de 2020 en Beirut. EFE

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