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"Nadie nace en un cuerpo equivocado", mirada crítica a la identidad de género

Oviedo, 3 feb (EFE).- Lanzar una mirada crítica respecto a lo que está pasando con la identidad de género y la 'teoría queer', la que redefine el sexo a través del género, es el objetivo de "Nadie nace en un cuerpo equivocado", un libro no exento de polémica que esta semana llega a las librerías y que ya ha llevado a sus autores a ser acusados de odiar a los trans.

"Nadie nace en un cuerpo equivocado", mirada crítica a la identidad de género

Oviedo, 3 feb (EFE).- Lanzar una mirada crítica respecto a lo que está pasando con la identidad de género y la 'teoría queer', la que redefine el sexo a través del género, es el objetivo de "Nadie nace en un cuerpo equivocado", un libro no exento de polémica que esta semana llega a las librerías y que ya ha llevado a sus autores a ser acusados de odiar a los trans.

Ya sabían que iban a ser tachados de transfobia cuando hace unos meses Marino Pérez, catedrático de Psicología Clínica en la Universidad de Oviedo, y su colega José Errasti, profesor en la misma facultad, decidieron poner sobre la mesa todo un argumentario frente a un movimiento "que finge ser la teoría más transgresora y revolucionara del mundo, pero que en realidad es un negocio increíble que acaba llegando por la espalda al machismo y sexismo más tradicional".

Conocida como teoría o teorías queer, este movimiento surgido a principios de la década de los 90 rechaza calificar a las personas como varón, mujer, heterosexual, bisexual o transexual porque hay personas que nacen con una identidad de género que no se corresponde con sus genitales o que no se identifican con ninguna de las etiquetas que marca la sociedad, es decir, que no se sienten ni hombres ni mujeres (no binarios).

"Decir que los niños transgénero nacen en un cuerpo equivocado no tiene ningún fundamento científico y solo está al servicio de una ideología que está generando confusión en la población", señalan en un conversación con EFE en la que advierten de que el movimiento queer puede echar por tierra muchos logros alcanzados por el feminismo al mantener que no hay ni hombres ni mujeres, y que una mujer puede tener cuerpo de hombre y viceversa.

También está diluyendo el resto de variantes que constituyen el colectivo LGB (lesbianas, gays y bisexuales) porque, según subrayan, ha conseguido introducir en esas siglas la T de transexuales y al asociar el tema de la identidad de género con el de la orientación sexual, cuando son cuestiones totalmente independientes.

"Quitando a cuatro cavernícolas de extrema derecha, nadie pone en duda la igualdad de derechos absoluta para quien tiene orientaciones sexuales distintas a la heterosexual", pero el generismo trans ha sabido asociarse al movimiento LGB y hacer parecer que quien cuestione sus afirmaciones va en contra de los derechos de todo el que no sea heterosexual.

También tienen claro que "hay mucha gente que no se siente a gusto en su propio cuerpo" y que "el sufrimiento de los trans" es real, pero que para defender sus derechos y los de los no binarios no es preciso tergiversar la biología ya que, aunque dos de cada diez mil niños nacen con genitales que no se ajustan a los masculinos o femeninos, esos casos no se pueden reinterpretar y ser situados entre ambos (intersexualidad).

"La persona no nace en un cuerpo equivocado, nace en una sociedad equivocada, atrapada en un discurso equivocado", mantienen estos expertos, que se muestran "muy preocupados" por la presencia cada vez mayor en redes sociales de chicas mostrando las cicatrices de sus dobles mastectomías y haciendo el signo de la victoria.

La sociedad, en su opinión, debe preguntarse qué está haciendo mal para que haya un pequeño porcentaje de chicas que huyan de ser mujeres "como de una casa en llamas" o para que haya docentes en las escuelas que no se atrevan a posicionarse frente al "discurso oficial impositivo de esta ideología" para que no sean tachados de tránsfobos.

Mientras el pensamiento tradicional decía que una niña que juega al fútbol debía dejar de hacerlo y ajustar su conducta y género a su sexo, ahora el generismo queer, ante el mismo caso, dice que la niña debe ajustar su sexo a su género y que en realidad debe ser un niño que juega al fútbol.

Frente a esas dos posiciones, estos expertos dicen que puede hacer lo que le apetezca, que nada de eso tiene que ver con que deje o no de ser niña y que hay que "dejar de meter nuestras manazas para manipular a los menores".

Una sociedad extremadamente individualista, unas redes sociales y una publicidad que bombardean constantemente con mensajes de que cada individuo es único y especial y que lo verdadaremente importante es cómo se sienta, pero también unos padres sobreprotectores pueden estar detrás del "repunte espectacular" en la última década de adolescentes que presentan disforia de género y no se encuentran a gusto con el cuerpo que les ha tocado.

También se han multiplicado los casos de quienes piden ser intervenidos en un momento en el que, para hacer negocio farmacológico o quirúrgico, hay "grupos de presión concretos y localizados" que abogan por que no haya edad mínima para que un menor pueda cambiar su sexo sin consentimiento de padres o profesionales.

Para estos expertos, no hay que olvidar los márgenes espectaculares que estos procesos dejan en la industria farmacéutica, porque "cada adolescente que transiciona será un paciente crónico el resto de su vida", en la que estará tomando medicamentos, hormonas y será objeto de cirugías.

Frente a estas intervenciones, que no son un peinado de moda y no tienen vuelta atrás, Pérez y Errasti mantienen que debería primar la prudencia, y más teniendo en cuenta que en un 85 por ciento de casos la disforia de género mejorará cuando pase la adolescencia, según apuntan. EFE

lj/gv/slp

(vídeo) (foto)

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