Miles de ciudadanos se congregaron durante la noche en diversos puntos de Venezuela para emitir su voto, desafiando las presiones de los seguidores del chavismo. La población venezolana, consciente de la importancia de este 28 de julio, comenzó a formar filas desde la madrugada en un acto de resistencia frente al poder establecido. Personas de los 23 estados del país caribeño esperaron pacientemente durante la noche, equipadas con sillas e incluso llevando sus partidas de dominó.

Las tácticas de intimidación, como patrullas de paramilitares en motocicletas y disparos al aire, no lograron disuadir a los votantes. A las seis de la mañana (mediodía en Madrid), largas filas rodeaban muchos centros electorales. Dos horas y media después de la apertura de las urnas, Elvis Amoroso, presidente del Consejo Nacional Electoral (CNE), apareció visiblemente nervioso, afirmando que el 95% de las mesas electorales estaban habilitadas. Amoroso, estrecho colaborador de Nicolás Maduro, atacó verbalmente a los observadores internacionales expulsados, vinculando a los expresidentes Mireya Moscoso, Vicente Fox, Jorge Quiroga y Miguel Ángel Rodríguez con el narcotráfico. Además, aprovechó la ocasión para criticar al cardenal Baltazar Porras, llamándolo mentiroso.

"Muchísima gente, jamás se había visto algo así antes. Vamos a ganar a Maduro. Aquí ya estábamos desde las dos de la madrugada", dijo una de las responsables opositoras en el Colegio Nuestra Señora del Valle, en el estado de Guárico. Por su parte, María Corina Machado, en su primer mensaje al país, alentó a sus seguidores a votar con determinación, diciendo: "Salgamos a votar en familia con fuerza, alegría y convicción, porque lo vamos a lograr", mientras pedía entonar el himno nacional.

Para contrarrestar la posible manipulación del proceso electoral, la oposición organizó un plan con un millón de voluntarios, incluidos aproximadamente 80.000 testigos de mesa, quienes enfrentaron las primeras dificultades. Desde la madrugada, el chavismo activó su maquinaria para impedir el acceso de los testigos de mesa opositores y amedrentar a quienes decidieron permanecer en las filas junto a los colegios electorales. Este plan oficialista busca obstaculizar el papel de los ciudadanos garantes del voto, además de ralentizar y manipular el proceso en las áreas con mayor apoyo a la oposición.

El presidente Nicolás Maduro, después de votar en Caracas, declaró: "Ni un incidente electoral, una campaña electoral libre y abierta. El único candidato perseguido se llama Nicolás Maduro, perseguido internacionalmente por los poderes del mundo". Con esta declaración, el chavismo cambia su estrategia, ya que en elecciones anteriores tanto Hugo Chávez como Maduro aprovechaban la atención mediática después de votar pasadas las dos de la tarde para activar la Operación Remate, una táctica gubernamental para movilizar a cientos de miles de personas hacia las urnas.

Cientos de venezolanos comenzaron a hacer colas para ejercer su derecho al voto desde la noche anterior, por lo que antes de las 6:00 de la mañana ya habían decenas de personas esperando la apertura de los centros. Estas imágenes que repitieron en varios estados del país y eran publicadas por las redes sociales.