Adaptada por José Ramón Fernández y dirigida por Ramón Barea, la producción es una coproducción con el Teatro Español de Madrid. La obra se ambienta en el convulso inicio del siglo XX en España, abordando temas de corrupción y el vínculo entre la judicatura y el poder político, con una modernidad que sorprende a pesar de su antigüedad.

En la presentación de la función, que tuvo lugar el miércoles en el Palacio de Festivales, Barea destacó la relevancia contemporánea de la obra de Baroja. "Elementos que reconocemos a día de hoy pese a que Baroja escribió sus novelas hace más de un siglo", comentó Barea, Premio Nacional de Teatro. "La sencillez con la que se escribió el texto también lo hace muy contemporáneo", añadió.

El director estuvo acompañado por Esteban Sanz, director artístico del Palacio, y el actor Diego Pérez. Este último compartirá escenario con Aitor Fernandino, Olatz Ganboa, Ione Irazabal, Itziar Lazkano, Sandra Ortueta, Alfonso Torregrosa, Leire Ormazabal, Arnatz Puertas y el propio Barea.

Barea explicó que el reto era extraer la parte teatral oculta en ‘La lucha por la vida’ de Baroja, un autor que evitó el teatro de su tiempo. Sin embargo, su calidad literaria facilita la adaptación. "Nos perdimos un Baroja autor teatral que estaba reflejado en muy pocas obras porque huyó del teatro de la época", comentó el director.

La adaptación sigue al personaje de Manuel Alcázar, un joven de Soria que llega a Madrid y se enfrenta a un entorno plagado de delincuencia y corrupción. La historia, marcada por la pobreza y la disparidad de clases sociales, retrata su lucha por encontrar referencias morales.

Diez actores, múltiples papeles

Cada actor interpretará al menos diez personajes, y algunos hasta veinte, lo que crea un dinámico juego actoral. "Es como mágico", dijo Diego Pérez, destacando la rapidez con la que los actores deben transformarse. La puesta en escena minimalista resalta la esencia teatral y el espíritu de la narrativa barojiana.

Barea destacó que algunos familiares de Baroja asistieron al estreno con mucha emoción, celebrando que Baroja era partidario de las actualizaciones de los clásicos. Finalmente, Sanz subrayó la relevancia de esta adaptación de uno de los grandes autores de la Generación del 98, cuya trilogía comenzó como novela por entregas en 1903.

La función promete ser una experiencia teatral única y relevante, demostrando que la obra de Baroja sigue siendo potente y actual sin necesidad de forzar las actualizaciones.