El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha corroborado hoy las proyecciones económicas para España, confirmando un crecimiento del 2,4% este año, una revisión al alza respecto a estimaciones anteriores. Esta cifra, superior a las expectativas tanto del propio organismo internacional como del Gobierno español, refleja un panorama de recuperación más robusto de lo inicialmente previsto.

Según el informe global del FMI, la economía mundial experimentará un crecimiento del 3,2% en el presente año y del 3,3% para el próximo. Sin embargo, en las economías avanzadas, incluyendo la zona euro, el crecimiento será más moderado, situándose en 1,7% y 1,8% respectivamente.

En cuanto a otras economías europeas clave, las previsiones del FMI son igualmente cautas. Alemania se espera que crezca apenas un 0,2% este año, con una recuperación más sólida proyectada para 2025 con un 1,3%. Francia y Italia también muestran crecimientos modestos, con proyecciones de 0,9% y 0,7% para este año, respectivamente.

"En la zona euro, la actividad parece estar tocando fondo", comentó el FMI en su informe, destacando un leve repunte impulsado por servicios dinámicos y exportaciones netas superiores a las esperadas. Se prevé un crecimiento que aumente hasta 1,5% en 2025, respaldado por un consumo más fuerte y mayores inversiones.

El informe también subraya un aspecto preocupante: la inflación persistente en los servicios, que según el FMI "lastra la desinflación y complica la normalización de la política monetaria". Esta situación podría implicar tasas de interés más altas por más tiempo, en un contexto de tensiones comerciales y incertidumbres políticas.

En el análisis específico sobre España, el FMI había advertido previamente sobre la incertidumbre asociada a factores geoeconómicos y políticos internos, que podrían afectar negativamente tanto al crecimiento como a la inflación. La inflación española alcanzó el 3,4% en junio, superando la media de la eurozona, siendo los servicios como turismo y restauración los principales impulsores de esta tendencia.

El Banco Central Europeo sigue de cerca esta inflación subyacente, que excluye alimentos frescos y energía, y que se ha mantenido estable en un 3% en los últimos dos meses. Este contexto plantea desafíos significativos para la política monetaria en la región.