Siete años después del referéndum ilegal del 1 de octubre, Carles Puigdemont, expresidente de la Generalitat y líder independentista, ha vuelto a la carga con un discurso contundente y sin concesiones. Durante una intervención telemática en un acto del Consell de la República (CdRep) celebrado en Arenys de Mar, Puigdemont criticó a Salvador Illa, sin mencionarlo directamente, y lanzó duros reproches contra quienes, según él, han convertido la Generalitat en una "gestoría de encefalograma políticamente plano". Además, reafirmó su compromiso inquebrantable con la independencia de Cataluña, advirtiendo que "no tirarán la toalla".

La crítica velada a Illa: “gestoría de encefalograma plano”

En su discurso, Puigdemont dejó claro que no está satisfecho con la actual gestión del Govern. Aunque no mencionó expresamente a Salvador Illa, líder del PSC en Cataluña, sus palabras apuntaron directamente a su estilo de gobierno. Según el expresidente fugado, la Generalitat ha sido reducida a una institución sin vida política ni capacidad para transformar la realidad catalana: "Pueden convertir, y lo intentan, la Generalitat en una gestoría de encefalograma políticamente plano, pero no pueden cambiar la historia", afirmó de manera categórica.

Este comentario deja entrever su descontento con la política actual en Cataluña, donde cree que se ha abandonado el impulso separatista a cambio de una mera gestión burocrática. Puigdemont defiende que la Generalitat debería ser un motor de cambio y no un órgano que, en su opinión, se ha limitado a una gestión técnica alejada del objetivo de la independencia.

“No hay suficientes gomas de borrar”

Uno de los puntos más emotivos del discurso de Puigdemont fue la reivindicación del referéndum del 1 de octubre de 2017, una fecha que sigue siendo clave en el imaginario independentista. El expresidente criticó a aquellos que intentan “hacer política al margen del proceso separatista”, afirmando que borrar ese evento de la historia catalana es imposible. "No hay suficientes gomas de borrar para eliminarlo de nuestra historia y prescindir de él cuando nos planteamos el futuro de nuestra sociedad", enfatizó.

Para Puigdemont, el 1 de octubre no solo fue un acto de desobediencia, sino un hito histórico que define el presente y futuro de Cataluña. Según su visión, ignorar esa fecha o tratar de pasar página es faltar a la verdad histórica y traicionar el proceso hacia la independencia.

"No tiramos la toalla"

A lo largo de su intervención, Puigdemont reafirmó su compromiso con la independencia de Cataluña, asegurando que su lucha no ha cesado y no lo hará en el futuro. "No tiramos la toalla ni lo haremos nunca", subrayó, haciendo un llamado a la unidad dentro del movimiento independentista. En su opinión, la falta de cohesión interna ha tenido consecuencias políticas "nefastas para la nación", y urgió a que se recupere la unidad para avanzar hacia la independencia.

Este mensaje parece dirigido no solo a sus seguidores, sino también a los otros partidos y facciones del independentismo catalán que en los últimos años han mostrado divisiones internas y estrategias divergentes. Para Puigdemont, la independencia sigue siendo el único camino viable y cualquier otra postura solo conduce a la inacción o la sumisión.

La ley de Amnistía: insuficiente y un "parche" democrático

El expresidente también tuvo palabras para la Ley de Amnistía, un tema de actualidad en el debate político español. Puigdemont calificó esta propuesta como insuficiente, y la describió como una "primera rectificación de un comportamiento represor y antidemocrático". Aunque reconoció que la ley podría suponer un avance en la reparación de daños, dejó claro que no la considera suficiente para enmendar lo que, a su juicio, ha sido una represión constante hacia el pueblo catalán.

"No basta con una amnistía", sentenció. Para Puigdemont, los siete años de represión tras el 1-O no pueden ser borrados con una simple ley; la independencia es la única solución que, en su opinión, garantizará una verdadera reparación y justicia para Cataluña.

La lucha con las manos atadas

A lo largo de su discurso, Puigdemont insistió en que no puede haber normalidad ni hablar de una "normalización" de las relaciones entre Cataluña y España mientras persistan las condiciones de represión hacia el movimiento independentista. "No puede haber normalidad mientras algunos tengamos que luchar con las manos atadas a la espalda", aseguró.

En esta afirmación, Puigdemont deja entrever las dificultades que afronta desde su exilio en Bélgica, desde donde sigue liderando parte del movimiento separatista. Para él, la actual situación de los líderes independentistas que, como él, han sido procesados o perseguidos, demuestra que no existe un camino viable dentro del marco político español que respete la voluntad de independencia de Cataluña.

“No existe otro camino”

Puigdemont concluyó su intervención con una afirmación contundente: "No existe otro camino para sobrevivir como sociedad, como nación, por nuestra lengua, por nuestra cultura, por nuestra economía, por el modelo de sociedad que queremos, que no sea la independencia".

Con esta declaración, el expresidente dibujó un panorama sombrío para Cataluña si no alcanza su independencia. Según él, la represión cultural, económica y política solo puede ser contrarrestada con la creación de un estado catalán independiente, que proteja los intereses y la identidad de la nación catalana.