La reciente visita del presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, a Oriente Próximo, ha generado una crisis diplomática sin precedentes en las relaciones entre España e Israel. En los casi 37 años de historia diplomática entre ambos países, esta tensión marca un punto de inflexión.

Antes del desencuentro de este viernes entre Israel y España, el pasado mes de octubre se produjo una crisis después de que la embajadora israelí en España acusara a miembros del Gobierno de alinearse con el terrorismo tipo ISIS en alusión al ataque de Hamás contra Israel, y tras las declaraciones de la entonces ministra de Derechos Sociales Ione Belarra en favor de la causa palestina.

El viernes por la tarde, las acusaciones cruzadas entre los gobiernos de España e Israel alcanzaron su punto más álgido. El Gobierno de Benjamín Netanyahu formuló duras críticas contra el presidente español, alegando que su visita había sido parcial y sesgada en favor de Palestina, y que España había adoptado una postura desequilibrada en el conflicto israelo-palestino.

Detrás de esta crisis diplomática, subyacen preocupaciones profundas por parte de Israel. La embestida israelí busca evitar que, una vez que concluya el conflicto en Gaza, otros países reconozcan al Estado de Palestina. Este temor se deriva de una creciente tendencia internacional en la que numerosos países han reconocido a Palestina como un Estado independiente en las últimas décadas. Israel, preocupado por la posibilidad de un mayor aislamiento diplomático, ha tomado una posición defensiva ante los esfuerzos por parte de la comunidad internacional para reconocer plenamente a Palestina como Estado.

La visita de Pedro Sánchez a Oriente Próximo se produjo en un momento crítico, mientras se desarrollaban los enfrentamientos entre Israel y Hamás en Gaza. Durante su estancia, el presidente español realizó reuniones tanto con líderes israelíes como palestinos, buscando promover un alto el fuego y la paz en la región. Sin embargo, las críticas por parte del Gobierno israelí se centraron en la percepción de que España había adoptado una posición parcial en el conflicto.

Es importante señalar que España ha sido históricamente un defensor de la solución de dos estados para el conflicto israelo-palestino, respaldando la existencia de un Estado de Israel junto con un Estado de Palestina, basado en las fronteras previas a 1967 y con Jerusalén como capital compartida. Esta posición es consistente con la de otros países europeos y la comunidad internacional en general.

La crisis diplomática entre España e Israel pone de relieve la complejidad y la sensibilidad del conflicto en Oriente Próximo. La búsqueda de una solución pacífica y duradera sigue siendo un desafío esencial en la región. Mientras tanto, las tensiones en la zona siguen siendo altas, y el papel de la comunidad internacional, incluida la Unión Europea, es crucial en la promoción de la paz y la estabilidad en Oriente Próximo.

En conclusión, la visita de Pedro Sánchez a Oriente Próximo y la subsiguiente crisis diplomática entre España e Israel reflejan la delicada situación en la región y las profundas divisiones en torno al conflicto israelo-palestino. La búsqueda de una solución pacífica y justa sigue siendo un objetivo esencial para la comunidad internacional, y el diálogo y la cooperación son elementos fundamentales para lograrlo.