En el complejo escenario geopolítico que atraviesa Rusia, el temor a un posible atentado contra el presidente Vladimir Putin se ha convertido en un tema de suma importancia para los servicios de seguridad del país. La combinación de diversos eventos, desde la guerra en Ucrania hasta el reciente atentado islamista en Moscú, ha elevado la alerta en torno a la seguridad del líder ruso.

"Los servicios secretos rusos, el FSB, temen un intento de atentado contra Vladimir Putin y han intensificado las medidas de seguridad en torno al presidente", informa The Moscow Times. Este incremento en las precauciones se suma a una serie de acciones que reflejan la preocupación por la seguridad de Putin, incluyendo la detección de drones ucranianos sobre el Kremlin y la orden de detención dictada por la Corte Penal Internacional.

La percepción de riesgo para Putin también ha sido influenciada por acontecimientos internacionales, como el atentado contra el primer ministro eslovaco Robert Fico. Estos eventos han contribuido a un clima de paranoia en el entorno del presidente ruso, alimentado por la dinámica conspirativa arraigada en la historia de Rusia.

A pesar de la imagen de poder y control que proyecta el Kremlin hacia el exterior, las tensiones y el malestar interno son palpables. Funcionarios rusos, bajo condición de anonimato, revelan que dentro del Kremlin y los servicios secretos hay un creciente descontento por la dirección que ha tomado el país en los últimos años.

En este contexto, se ha observado una serie de medidas extremas para proteger a Putin, desde la vigilancia exhaustiva de su rutina diaria hasta la purga de altos cargos militares por parte del FSB. La seguridad del presidente ruso se ha convertido en una prioridad absoluta, reflejada en la presencia constante de un ejército de guardias y francotiradores que lo rodean en todo momento.