El hijo del presidente estadounidense se encuentra bajo los reflectores de la justicia, enfrentando acusaciones por posesión de armas. El proceso judicial, que comienza este lunes en un tribunal de Wilmington (Delaware), acapara la atención nacional e internacional debido a su singularidad: es la primera vez que un descendiente directo de un presidente en funciones enfrenta un juicio de esta magnitud.

Hunter Biden, de 54 años, está en el banquillo de los acusados por supuestamente haber mentido en un formulario de compra de un revólver Colt Cobra de calibre 38, ocultando su adicción a las drogas. La fiscalía lo acusa de haber marcado una casilla en la que afirmaba no ser adicto, y de haber mantenido la posesión ilegal del arma durante 11 días, a pesar de su conocimiento sobre su adicción.

"Me declaro no culpable de los tres cargos que se me imputan", afirmó Biden en una declaración pública, refiriéndose a los delitos relacionados con la adquisición y posesión ilegal de armas. Sus abogados intentaron postergar el juicio para obtener más tiempo de preparación, pero la juez Maryellen Noreika desestimó la solicitud.

El caso tiene un componente personal y emotivo, ya que se ha revelado que el acusado estaba atravesando una espiral de depresión en el momento de la compra del arma, marcado por su divorcio y su lucha contra la adicción, agravada por la pérdida de su hermano Beau en 2015.

La investigación contra Biden se inició durante el gobierno de Donald Trump y ha sido aprovechada por el exmandatario para sus ataques políticos contra el partido demócrata, al que pertenece Hunter Biden y su padre, el presidente Joe Biden.

Además de este juicio, Hunter Biden enfrenta otro proceso judicial en California, donde se le acusa de evadir el pago de impuestos por un total de 1,4 millones de dólares.