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El Diario de Cantabria

RACING

La redención del Racing

El conjunto cántabro vio peligrar su estatus al perder su personalidad, lo que le llevó a enlazar una mala racha de resultados y, sobre todo, de juego | Contra el Albacete volvió a ser todo lo que quiere ser y ya está a seis puntos del pozo

El Racing se impuso el pasado fin de semana al Albacete. / alerta
El Racing se impuso el pasado fin de semana al Albacete. / alerta
La redención del Racing

Una temporada de fútbol funciona a menudo como un biopic, como una película que cuenta la vida y las andanzas de alguna personalidad famosa. Suelen ser obras cortadas por un mismo patrón, como las que recientemente se han hecho sobre Freddy Mercury, Elton John, Johny Cash o Elvis. Todas ellas cuentan los inicios, el crecimiento, el apogeo, la bajada a los infiernos -generalmente por culpa de las drogas y las malas compañíasy la redención del personaje en cuestión. Es una montaña rusa de sentimientos que, salvo en el caso de ‘El Rey’, tienen final feliz. El Racing confía en tenerlo tras haber pasado lo peor, tras haber pagado su penitencia y verse ahora, a falta de sólo siete jornadas, con seis puntos de renta sobre el descenso. Se vio cerca del fuego pero ahora hace una temperatura más agradable en ese vestuario.

La mencionada bajada a los infiernos que tan habitualmente se pone en escena está a punto de echarlo todo a perder. Viene a estar presente incluso en las comedias románticas, cuando, a veinte minutos del final, se produce siempre algún descubrimiento o algún malentendido que pone en peligro la relación. En otro tipo de obras sirve para tocar fondo, para dejar al personaje completamente perdido y desnaturalizado. Parecía que las cosas iban bien, que todo estaba controlado, pero no. Surge algo que lo descontrola, como la aparición de la hermana del protagonista de ‘Shame’, la obra dirigida por Steve McQueen. Cuando llega se tambalean sus cimientos, los cuales él mismo sabía que eran débiles, y poco a poco toma un camino que le lleva a diez minutos de metraje convertidos en verdadero infierno.

El Racing temió caer ahí cuando, tras verse con hasta siete puntos de renta y en una situación clasificatoria que no conocía desde hace una docena de años, enlazó cuatro jornadas sin ganar, dos derrotas consecutivas, falta de gol, mal juego y, sobre todo, desorientación. Más dura será la caída, pensaron algunos que se vieron medio salvados y, de pronto, sumidos de nuevo en problemas. La crisis del conjunto cántabro era de resultados pero también de identidad, como la de tantos personajes literarios o cinematográficos antes de encontrar la redención. En definitiva, suele ser un recurso para reorientar al héroe perdido por su condición humana, por su condición de dudar.

El Racing dudó. No sabía si ir o volver. Aseguraba que quería ser un equipo valiente pero no lo conseguía. Se miraba al espejo y le costaba reconocerse, por lo que José Alberto decidió dar un volantazo el pasado fin de semana que le salió bien. Lideró la redención y hoy han vuelto las cosas a su cauce porque su victoria ante el Albacete coincidió con una derrota de la Ponferradina tras encajar un gol en el 92. Del infierno al cielo; de sospechar que la dinámica había cambiado al volver a las andadas y fallar dos penaltis consecutivos a marcar uno tras un increíble descuento de ocho minutos en el primer tiempo.

Dos tipos que habitualmente han hablado de culpa, castigo, sacrificio y redención son Martin Scorsese y Paul Schraeder. Tienen mucho que ver porque ambos están muy influenciados por la religión y porque, para colmo, este último fue, además de director, guionista de alguna de las mejores películas del primero, como ‘Taxi Driver’, ‘La última tentación de Cristo’, ‘Toro Salvaje’ y ‘Al límite’. Los protagonistas de sus respectivas obras encuentran la mencionada redención de manera diferente aunque en todos ellos se encuentra una trayectoria espiritual y religiosa. Su deseo es alcanzar la salvación. Como el Racing. No quiere otra cosa.

En el caso de Schreader, sus protagonistas consiguen la redención aceptando el destino que habían querido esquivar, como les sucede al personaje de Richard Gere en ‘American gigolo’ o al de Willem Dafoe en ‘Posibilidad de escape’. En el de Scorsese, por su parte, lo logran traicionando aquello que siempre habían defendido, como en el caso de Ray Liotta en ‘Uno de los nuestros’, que acaba convertido en un delator al entrar en un programa de protección de testigos y convirtiéndose, como él mismo dice, en “un gilipollas”. Nick Nolte en ‘El cabo del miedo’, por su parte, ha traicionado la propia ética de su profesión no haciendo lo posible por defender a un cliente que sabía que era culpable y por ello tendrá que pasar un infierno mientras que Leonardo Di Caprio ha de ganarse la confianza de una gente en ‘Infiltrados’ a la que sabe que deberá terminar traicionando.

En el caso del Racing, como si de una película de Scorsese se tratara, fue la traición de lo que había defendido lo que le volvió a situar cerca del abismo y lo que le hizo realizar una visita a los infiernos. No fue fiel a la idea que quiso transmitir José Alberto desde su llegada porque no fue valiente, no provocó que sucedieran cosas, no se presentó en área rival con muchos jugadores, no tuvo presencia y protagonismo por bandas, sus laterales subían menos... El problema había sido, en teoría, que se había encontrado con defensas muy bien armadas y mejor pobladas, con líneas de cinco que atascaban el fútbol verdiblanco, pero el Albacete hizo algo semejante. Y el equipo verdiblanco le pasó por encima en veinte minutos para el recuerdo.

Siempre hay alguna excusa, algún culpable externo. “El contrario también juega”, dicen desde el vestuario. En esos biopics de personajes ilustres, a menudo del mundo de la cultura, la culpa es siempre de los agentes, de los buitres que los rodean, que son los que les separan de sus verdaderos aliados, les meten malas ideas en la cabeza y les dirigen hacia el mundo de las drogas y la perversión. Hace falta caer para levantarse y que todos se vayan a casa con una historia de superación aprendida. El primer paso de todos ellos es admitir que están perdidos y desear reencontrarse. Por eso el gran partido ante el Albacete comenzó cuando José Alberto salió en la rueda de prensa contra el Burgos enfadado, con rabia y admitiendo que las cosas no iban bien y que había que cambiar. Fue de ahí de donde surgió su redención.

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