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El Diario de Cantabria

REGION

El bosque de secuoyas, la historia de un fracaso industrial

Se piden medidas de protección para el  Bosquecillo de Secuoyas, debido a la afluencia masiva de turistas que modifican el entorno

Una visitante pasea entre los imponentes árboles. / Saja
Una visitante pasea entre los imponentes árboles. / Saja
El bosque de secuoyas, la historia de un fracaso industrial

El Bosquecillo de Secuoyas, ubicado en terrenos del municipio de Cabezón de la Sal, se ve visitado en estos días veraniegos por numerosas personas,  que acceden al singular paraje natural sin ningún tipo de control. La masiva asistencia de visitantes viene generando problemas en la conservación de este singular enclave, considerado uno de los más importantes de Europa.

El bosquecillo no dispone de ningún tipo de personal  informativo, ni de seguridad. Por ello, en algunos árboles se vienen detectado daños ocasionados por que ciertos  turistas arrancan su corteza para llevársela de recuerdo y, también, porque el intenso trasiego de paseantes deja al descubierto sus raíces, que son pisadas y, consecuentemente, dañadas.

Tanto el Gobierno de Cantabria como el Ayuntamiento de Cabezón de la Sal habían manifestado su deseo de instalar paneles informativos para implantar medidas de educación ambiental y para sensibilizar a las personas sobre la importancia de los comportamientos cívicos cuando entren en contacto con la naturaleza.

«Estamos trabajando  en opciones como la de regular la asistencia  de visitantes al bosque, bien a través de citas previas, como se hace en al la Plaza de Las Catedrales de Lugo, o con otro tipo de controles», dijo el alcalde, Óscar López, quien ha trasladado  su preocupación por la conservación del singular recinto a la Presidenta  del Gobierno de Cantabria, María José Sáenz de Buruaga, en su reciente visita al lugar, acompañada del líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo.

HISTORIA

Este bosque de secuoyas, considerado uno de los más importantes de Europa, es la historia de un fracaso industrial, dado que en torno a los años 40-50 del siglo pasado, se plantaron 848 ejemplares traídos de California,  en una superficie de 2,46 hectáreas,  con el fin de generar rápidamente madera para las industrias de la zona. 

Los ejemplares, que superan los 30 metros de altura, conforman un bosque muy denso, que hacen que el sol apenas llegue al suelo, con unas dimensiones infrecuentes en España. 

Las secuoyas pueden llegar a vivir mil años, por lo que este espacio, a poco que se cuide, tendrá una larga vida. Entre los 4 y 10 primeros años  crece 1,80 metros por año. Lo que mide una persona alta. Además, hay secuoyas en América que han alcanzado los 115 metros de altura. Es, posiblemente, el ser vivo más grande del planeta.

El Consorcio Monte Corona, constituido en 1942, fue el encargado de llevar a cabo las plantaciones de las secuoyas y, además, de eucaliptos y de pinos. También se plantaron de manera marginal el roble americano, el castaño japonés y el abeto Douglas. Para cuando las secuoyas crecieron, el contexto político había cambiado y la industria de madera nacional ya no necesitó su propia materia prima. Por eso hay 848 secuoyas en Cabezón de la Sal, intactas y protegidas. El espacio en el año 20003 fue declarado Monumento Natural.

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