En el corazón de Bustablado (Cabezón de la Sal), la celebración de San Roque sigue siendo un acto de devoción, comunidad y gastronomía. La Rueda de San Roque, conocida por el círculo que forman los comensales en la pradera para recibir sus raciones, congregó este año a turistas y excursionistas que, con entusiasmo, se unieron a esta festividad centenaria.

La preparación del tradicional cocido de garbanzos comenzó la noche anterior, con Sergio Fernández, de Bustablado, Alfonso García, de Toporias, y la presidenta de la junta vecinal, Sara Fernández, como cocineros de honor. "Me siento super orgullosa de seguir con las tradiciones que nos legaron nuestros mayores" declaró Fernández, reflejando el espíritu de una comunidad que se mantiene unida a través de sus costumbres.

La Cofradía de San Roque, que organiza la festividad, cuenta actualmente con 123 miembros. Hannah Fiore, de tan solo 17 años, es la presidenta más joven en la historia de la cofradía. De padre argentino y madre irlandesa, Fiore encarna la renovación de esta tradición enraizada en la devoción y el agradecimiento al santo.

La jornada comenzó con la misa mayor y la procesión de la imagen del santo, acompañada por los picayos que, con sus cánticos y danzas, dieron vida a la celebración. Después, los vecinos de Duña trajeron los grandes pucheros de cocido hasta la pradera de la ermita, donde se llevó a cabo el reparto de las raciones bajo los sones del pito y el tambor.

"La Rueda de San Roque" es mucho más que un evento festivo; es una reafirmación de la identidad de un pueblo que ha sabido adaptar sus tradiciones a los tiempos modernos, sin perder el sentido de comunidad y fe que la caracteriza. Aunque los pobres de antaño han sido reemplazados por turistas y devotos, el espíritu de agradecimiento y la petición de protección siguen siendo el motor de esta celebración.

La ermita de San Roque, ubicada entre Bustablado y Toporias, es un sencillo edificio que, con su enrejado en la fachada, permite a los devotos dejar sus donativos. Los cofrades se encargan de su mantenimiento durante todo el año, asegurándose de que la tradición siga viva para las generaciones futuras.

El evento culminó con el responso a las ánimas en la capilla, cerrando una jornada en la que la tradición, la fe y la gastronomía se entrelazaron, reafirmando una vez más la importancia de mantener vivas las raíces de una comunidad.