Santander es una pequeña ciudad que esconde grandes planes para diferentes gustos. Por la mañana, según te levantas, la brisa marina ya te va despertando delicadamente y el apetito empieza a florecer.

Por ello, lo mejor para empezar bien el día es un buen desayuno, o eso dicen. La capital de Cantabria atesora grandes sitios donde poder comer a primera hora de la mañana. Las tortillas en Santander es uno de los desayunos más típicos.

 La ciudad cuenta con lugares como Cañadío, el Bodi o el Passarola, donde cada día sirven y sirven miles de tortillas. Es un auténtico manjar este plato tan típico de la gastronomía española.

Tras haber comido la tortilla, con cebolla o sin cebolla, uno puede ir al centro e ir a comprar en las tiendas locales. La cercanía, el buen trato y una mejor calidad del producto, es un sello inconfundible del comercio santanderino.

Al mediodía, la zona de Peña Herbosa y Puertochico es la mejor opción para continuar con un gran día en Santander. Bares como el del Puerto, el Santoña o la vermutería Solórzano son los mejores escenarios para pasar un rato ameno con una gran calidad de comida y bebida.

Pasada ya la hora de comer, uno se puede acercar hasta el paseo marítimo y que los rayos de sol den color al cuerpo. Para descansar al aire libre tras la comilona en Peña Herbosa y Puertochico, las Dunas de Gamazo son una gloria bendita.

El sol te da en la frente, los oídos escuchan a la mar cómo rompe contra el espigón, los ojos ven una bahía impresionantemente bonita y los dedos sienten el airecillo del viento que emana del Cántabrico.

Es una escena de película, y eso es lo que se puede vivir en la capital cántabra. Si la ciudad fuese un filme, ganaría todos los Óscars. No hay escenario igual, y, además, uno mismo se siente y es el protagonista de todo.

Ya por la tarde, te puedes perder por cada una de las playas de Santander. La arena dorada y la bravura de las olas de los arenales de El Sardinero, es el plan perfecto para continuar con una gran jornada en Santander.

Para concluir el día y disfrutar de un precioso atardecer, está la zona de los Jardines de Piquío. Junto con el mar nuevamente de testigo, y acompañados de palmeras, el sol se esconde entre las nubes del cielo.

Y con todo ello transcurrido, llega la noche y la plaza de Cañadío es el mejor destino. El lugar es el buque insignia del ocio en Santander. Bares como El Ventilador, el Canela, el Cachalote, el Tía María y el Cañalío, son el alma nocturna de la ciudad.

La noche se hace corta cuando estás en la terraza de unos de esos bares. Es una maravilla disfrutar de una buena bebida, y mejor compañía. “Valía más el bar de abajo, que toda Nueva York” cantaba Rulo en una de sus canciones, y tanto que razón tenía el campurriano.

Santander tiene todo lo que uno espera encontrar, e incluso hasta sorprende. La capital de Cantabria es una mezcla entre buenos momentos, lugares únicos y recuerdos inolvidables. La Novia del mar es una ciudad que te marca en el corazón y que siempre deja un instante en la mente que te hace olvidar todo.