La expedición a las selvas panameñas de España Rumbo al Sur, liderada por Telmo Aldaz de la Quadra Salcedo, ha sido dura, exigente, vibrante y cargada de emociones y enseñanzas. Tras tres semanas de esfuerzo, sudor a chorros, tormentas y marchas asfixiantes, he vuelto cosido a picotazos de los más diversos bichejos, pero entero y contento de haber ido.

Vine a volver el día en que Puigdemont y compañía ofrecieron su espectáculo a tres pistas, en un esperpento orquestado en el que todos los implicados -Sánchez como director de escena, Illa como "prima dona", los mosos como guardaespaldas, los de ERC como bien cebados comparsitas y Puigdemont como presunto protagonista- han actuado y conseguido cada cual sus objetivos.

El sainete ha sido, para ellos, todo un éxito. Sánchez ha conseguido lo buscado, la investidura en Cataluña, y él seguir ocupando el poder a cualquier precio y a costa de vendernos a trozos y a cachos. Los separatistas han impuesto todas sus exigencias, convirtiéndose en saqueadores privilegiados de los erarios públicos. Puigdemont montó su sarao con la connivencia de Marlaska y la complicidad de la policía política de la Generalitat, volviendo a la pista central y esfumándose tan contento, aunque quizás ha sacado menos tajada.

El espectáculo ha resultado degradante, mentiroso y ofensivo, humillándonos ante el mundo. La vicepresidenta Montero celebra su éxito, aseverando con su risa pintada en la boca que lo que antes era aborrecible ahora es una maravilla. Duele mucho la vuelta a un escenario dominado por la perversión corrupta de un gobierno que se ha convertido en el peor enemigo de España desde que recuperamos la democracia. Duele, pero ni la rendición ni el silencio pueden ser la respuesta. Cada uno estamos concernidos en salvarnos, como sociedad y como individuos.

PD. Incluso en las selvas panameñas llegó la descarada sinvergonzonería de Zapatero, convertido en alfombra de las dictaduras iberoamericanas y valedor de Maduro. Es el blanqueador máximo de su atroz y zafio fraude electoral, y ahora cómplice de una dictadura liberticida y represora que pisotea los Derechos Humanos. Nuestro ex presidente es cómplice y puede que algún día se lo reclamen. No queda exento de culpa nuestro actual gobierno, tanto quienes apoyan sus atrocidades como quienes, callando, otorgan.