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El Diario de Cantabria

La absurda cruzada anti-turismo en Cantabria: ¿Protección o paranoia?

Antonio Gutiérrez, Santander
La absurda cruzada anti-turismo en Cantabria: ¿Protección o paranoia?

En el teatro del absurdo que a veces se convierte la política regional, una nueva obra hace su debut: la campaña anti-turismo de la extrema izquierda en Cantabria. Este movimiento no solo desafía la lógica económica, sino que también parece ser un ejercicio en amnesia selectiva y paranoias culturales. ¿Desde cuándo renunciar a una de nuestras más prósperas industrias se considera una estrategia inteligente?

El turismo, según estos críticos de café, es aparentemente el gran villano de la modernidad, responsable de todos los males, desde la gentrificación hasta la pérdida de la autenticidad cultural. ¿Acaso han olvidado que los empleos generados por esta industria sustentan a miles de familias cántabras? ¿O es que prefieren ver a Cantabria convertida en un museo al aire libre, visitado solo por fantasmas de un pasado "puro" y no por turistas de carne y hueso?

Lo que proponen estos guardianes autoproclamados de la cultura cántabra es un cierre de fronteras ideológico, un eco de xenofobia disfrazado de lucha cultural. En su utopía, Cantabria no es más que una reserva intocada, un relicario de 'lo español' que nadie puede disfrutar a menos que pase una prueba de pureza cultural arbitraria.

Claro, el turismo masivo sin control es un desafío, pero ¿la solución es realmente levantar barricadas en las carreteras de la Autovía del Cantábrico? ¿Qué sigue, visados para cruzar de Torrelavega a Santander? La verdadera respuesta no está en la prohibición, sino en la regulación inteligente y en la promoción de un turismo que respete y valore tanto nuestro patrimonio como nuestro medio ambiente.

Y mientras los extremistas siguen pintando caricaturas de turistas como saqueadores modernos, la Cantabria real, pragmática y abierta al mundo, busca soluciones reales para garantizar que la industria turística sea sostenible y beneficiosa para todos.

En resumen, el enfoque anti-turismo no solo es económicamente desastroso, sino que también es culturalmente miope y estratégicamente inepto. Rechazamos esta mentalidad cerrada que algunos intentan imponer y abogamos por un debate más enriquecedor y menos teñido de histeria ideológica. Cantabria merece políticas más maduras y consideradas, no eslóganes populistas que suenan bien en redes sociales pero que son desastrosos en la práctica. Que no se nos olvide, los turistas no son el enemigo; la ignorancia, sí.

La absurda cruzada anti-turismo en Cantabria: ¿Protección o paranoia?
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