La Audiencia de Cantabria juzga desde este martes a seis personas, de origen colombiano, que formaban un entramado familiar por obligar a una joven compatriota a ejercer la prostitución en Cantabria, acusación que han negado alegando que ella decidió "libremente" trabajar en lo que ya había hecho en su país, mientras que ella ha asegurado que le ofrecieron un empleo de camarera en España.

La joven, que ha declarado en el primer día del juicio en la Audiencia de Cantabria, en el que los acusados se enfrentan a penas de ocho años de cárcel, ha asegurado que en Colombia, de donde salió con 19 años, "nunca" realizó ese tipo de actividad.

Y ha relatado como testigo protegido por videoconferencia su experiencia con un grupo familiar que, supuestamente, controlaba pisos en los que se ejercía la prostitución, dirigido por una mujer e integrado por sus dos hijos, la pareja de uno de ellos, una sobrina y la amiga de ésta, con los que permaneció casi tres semanas, entre septiembre y octubre de 2019.

Fue esa última mujer, que ejercía la prostitución junto a la sobrina, como ambas han reconocido, la que, según ha detallado la joven, contactó con ella para proponerle venir a España a trabajar de camarera, para lo que se comprometió a pagarle un billete de avión.

Después ha explicado que cuando llegó a Madrid uno de los hijos contactó con ella para traerla a un piso de la capital cántabra donde le quitaron su móvil personal y la documentación, para unos días después de su llegada obligarla a ejercer la prostitución para pagar la deuda que había contraído con los gastos del viaje.

A pesar de su ruegos, según ha detallado, la mujer al frente del entramado, que era la que marcaba los precios del servicio y controlaba la entrada de dinero, la obligó a mantener contacto con clientes, para lo que la instaban a consumir cocaína, y la multaban con 50 euros si no atendía el "teléfono de trabajo" que le habían entregado.

De hecho, ha reconocido que no sabe cuánto dinero generó mientras estuvo en ese piso, del que solo salía acompañada o para atender algún servicio fuera, y ha dicho que solo le daban 30 euros para afrontar los gastos de comida en la casa, excepto unos 100 euros que le entregaron para enviar a su padre de Colombia.

"Un día no me dieron de comer y me agredieron porque no quería trabajar", ha narrado, y ha explicado que esta situación se mantuvo hasta un día antes de su cumpleaños la permitieron salir sola a enviar dinero a casa, lo que aprovechó para pedir ayuda a un ciudadano que se encontró en la calle y que avisó a la policía.

Esto dio pie a una operación policial en la que se desmantelaron dos pisos en los que se ejercía la prostitución, uno de ellos en Santander alquilado a nombre de la madre, en el que estaban la sobrina y la amiga, y que concluyó con la detención de los seis acusados.

El abogado defensor, en su interrogatorio de la joven ha deslizado la posibilidad de que la denuncia responda a un interés de ella por regularizar su situación, lo que ella ha negado, tras reconocer que un hombre con el que mantuvo una relación había sido detenido en París por "trata de blancas".

Los seis acusados, que solo han respondido a las preguntas de su abogado en un juicio que se va a prolongar hasta la próxima semana, han hecho una descripción totalmente opuesta de lo sucedido y han asegurado que fue la joven la que contactó con su amiga de la infancia para venir a España.

"En Colombia ejercimos juntas la prostitución cuando éramos adolescentes", ha afirmado la amiga de la sobrina, quien ha sostenido, al igual que el resto de acusados, que durante el tiempo que permaneció en el piso la joven estuvo "feliz", en un ambiente "bueno". "Ella pidió trabajar libremente", ha abundado la mujer, en un relato que han respaldado todos los acusados.