En un giro decisivo para la política francesa, el presidente Emmanuel Macron ha nombrado al exnegociador europeo del Brexit, Michel Barnier, como nuevo primer ministro de Francia. Este anuncio, realizado el jueves por la Presidencia, pretende poner en marcha un gobierno de unidad en un país profundamente dividido tras las elecciones legislativas del 7 de julio. La elección de Barnier, un político con una dilatada trayectoria en Bruselas pero relativamente desconocido en el ámbito nacional, marca un esfuerzo por superar la fragmentación en la Asamblea Nacional, donde ningún bloque cuenta con mayoría absoluta.

A sus 73 años, Barnier es una figura destacada del partido Los Republicanos (LR), con una carrera notable como comisario europeo y como jefe del grupo de trabajo del Brexit desde 2016. Aunque su perfil internacional es robusto, en Francia no goza del mismo nivel de reconocimiento. La designación de Barnier se produce tras casi tres semanas de consultas y especulaciones sobre quién podría asumir el rol de primer ministro, en medio de un panorama político marcado por la fragmentación y la falta de consenso.

La Asamblea Nacional se encuentra dividida en tres bloques principales, cada uno con posturas ideológicas irreconciliables, lo que ha hecho que las negociaciones para formar un gobierno sean especialmente complejas. Barnier ha sido elegido como la opción más viable, dado su apoyo dentro de su partido y la alianza de centroderecha del presidente Macron. Sin embargo, la tarea de Barnier no será fácil, ya que el nuevo primer ministro deberá enfrentar el riesgo de una moción de censura. Si el partido de Marine Le Pen, Agrupación Nacional (RN), y la coalición de izquierdas NFP votan en conjunto, podrían sumar hasta 335 votos, muy por encima de los 289 necesarios para una moción de censura exitosa.

El futuro programa de gobierno de Barnier es aún incierto. Durante su breve regreso a la política francesa en 2021, Barnier se destacó por su posición sobre la inmigración, abogando por una "moratoria" sobre el tema. Ahora, con la responsabilidad de liderar el gobierno, se espera que defina su postura sobre varios asuntos clave. El partido de Marine Le Pen ha indicado que esperará el discurso de política general de Barnier antes de tomar una decisión sobre una posible moción de censura. Entre las condiciones avanzadas por el RN se encuentran una reforma del sistema electoral y la convocatoria de nuevas legislativas en 2025.

Por otro lado, el líder de la formación de izquierda radical La Francia Insumisa (LFI), Jean-Luc Mélenchon, ha criticado duramente la decisión de Macron, alegando que las elecciones fueron “robadas”. Mélenchon ha cuestionado la legitimidad del proceso político actual y la elección de Barnier como primer ministro.

Una de las tareas inmediatas que Barnier deberá abordar es la política económica del país. El actual ministro de Economía en funciones, Bruno Le Maire, ha recomendado recortes por valor de 16.000 millones de euros, una medida que ha generado controversia. Además, la persistente reforma de las pensiones impuesta por Macron en 2023, que el NFP prometió derogar, sigue siendo un tema candente que podría influir en la política del nuevo gobierno.

El expresidente y actual diputado socialista François Hollande ha señalado que Macron no está dispuesto a cambiar su política actual, lo que considera un problema de fondo. Hollande ha sugerido que corresponde a la Asamblea Nacional buscar una mayoría para un gobierno en lugar de depender de una figura como Barnier para estabilizar la situación política.