En una noche de Eurovisión teñida por la polémica y los abucheos dirigidos a la representante de Israel, España se ha visto relegada a uno de los últimos puestos en el certamen de este año, celebrado en Malmö. Con solo 30 puntos, la actuación de Nebulossa y su canción 'Zorra' quedó en un lamentable vigésimo segundo lugar entre veinticinco finalistas.

Desde las primeras horas del festival, el ambiente estaba marcado por la controversia. La expulsión del representante de Países Bajos por una conducta inapropiada redujo a 25 el número de finalistas y alteró el orden de actuación, pero no el destino de España en el concurso. A pesar de subir un puesto en la lista, Nebulossa no consiguió convencer ni a los jurados profesionales ni al público europeo.

El escaso apoyo recibido, sumando tan solo 19 puntos del jurado y 11 del televoto, es reflejo de una propuesta que no resonó ni por su calidad vocal ni por su puesta en escena. La canción, que generó un debate nacional sobre su adecuación como representante de la cultura española, no logró mejorar la imagen de España en Eurovisión, ya bastante debilitada en ediciones anteriores.

Además, la noche estuvo dominada por Suiza, cuyo representante no binario, Nemo, conquistó el escenario y el corazón del público con 591 puntos, seguido de cerca por Croacia y Ucrania. La actuación de Nemo, que también incluyó un significativo mensaje de aceptación y diversidad, contrastó marcadamente con la polarización y los enfrentamientos que caracterizaron esta edición del festival.

La actuación de España, sin embargo, no solo se vio ensombrecida por su baja puntuación, sino también por la respuesta negativa de la audiencia a nivel nacional e internacional. Una encuesta realizada por "El Debate" reveló que un aplastante 92% de los españoles preferirían no ganar Eurovisión con la canción 'Zorra'. Este resultado subraya el descontento general con la elección del tema para representar al país.

La defensa del presidente Pedro Sánchez a 'Zorra' tampoco logró cambiar la percepción del público ni el resultado final en Eurovisión, dejando a España en una situación comprometedora tanto en el ámbito musical como en el cultural. Esta edición de Eurovisión no solo será recordada por su drama y controversia, sino también por el espectacular fracaso de España en un escenario global, destacando una vez más la desconexión entre las aspiraciones de sus representantes y las expectativas del público europeo.