El 12 de octubre, Día de la Fiesta Nacional, debería ser una jornada de unidad y orgullo patrio, pero este año estará teñida por un clima de tensión política y corrupción que empaña la celebración. María José Sáenz de Buruaga, presidenta de Cantabria, acudirá al tradicional desfile militar en Madrid, junto a los Reyes y la Princesa de Asturias, en un contexto marcado por los escándalos recientes que rodean al Gobierno de Sánchez.

En el centro de la polémica se encuentra el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, quien, en medio de los escándalos de corrupción que azotan a su partido, intentará evitar preguntas incómodas de la prensa. El pasado año, Sánchez fue el único en hacer declaraciones, logrando limitar el acceso de los periodistas al resto de autoridades. Este año se espera que repita la estrategia, especialmente ante la presión por las revelaciones recientes que han puesto al PSOE en el ojo del huracán.

Además de Sánchez, el desfile contará con la presencia del líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, así como de diversos miembros del Gobierno y otras figuras políticas clave. Salvador Illa, presidente de la Generalitat, romperá una ausencia catalana de 14 años en estos actos, un gesto que muchos interpretan como un intento de reconciliación, aunque no falta escepticismo ante su participación dada la tensa relación entre Cataluña y el Gobierno central.

En total, más de 4.000 integrantes de las Fuerzas Armadas, junto con 166 vehículos, 85 aeronaves y 210 caballos, desfilarán a lo largo del Paseo del Prado y el Paseo de Recoletos. El evento estará presidido por los Reyes Felipe VI y Letizia, acompañados de la Princesa Leonor, en una tribuna real ubicada en Neptuno.

Sin embargo, el ambiente en el Palacio Real promete estar cargado de incomodidad. Muchos políticos evitarán los corrillos con periodistas, conscientes de que las preguntas difíciles sobre corrupción, pactos con Bildu y la gestión errática del Gobierno en temas clave podrían generar titulares que desvíen la atención de los actos patrióticos.

El 12 de octubre de este año no será solo una jornada de celebración, sino un reflejo de las grietas políticas que la corrupción en el Gobierno socialista a creado en este país.