En Zurita, localidad del municipio de Piélagos, Cantabria, la emblemática encina centenaria que durante siglos brindó sombra y refugio a los vecinos, ha caído finalmente. Este hecho ha generado una profunda conmoción entre los habitantes, no solo del pueblo, sino también de otras localidades cercanas. El árbol, de grandes dimensiones, era un símbolo indiscutible de la comunidad, y su caída representa una pérdida significativa en el patrimonio natural de la región. La encina, plantada hace varios siglos junto a la Iglesia de San Julián, formaba parte del paisaje y de la vida cotidiana de Zurita, siendo escenario de múltiples eventos y celebraciones a lo largo de su existencia.

Este árbol había sido incluido recientemente en el catálogo de árboles singulares de Cantabria, en abril de 2023, bajo el número 199. Con una altura imponente de 22 metros, una base con una circunferencia de 4,80 metros y tres ramas principales que nacían a los cuatro metros de altura, la encina se extendía con una copa que abarcaba aproximadamente 350 metros cuadrados. Este ejemplar no solo destacaba por su tamaño, sino también por el valor sentimental que los vecinos le habían atribuido durante generaciones.

El desenlace, que ocurrió este viernes, ha sido atribuido a la combinación de dos factores principales: el paso de un temporal de fuertes vientos que azotó la península en los días anteriores y la podredumbre que afectaba al tronco del árbol, pese a que su aspecto exterior parecía saludable. Estas circunstancias provocaron que el ejemplar no pudiera resistir y finalmente cediera, cayendo de manera inesperada.

Desde las primeras horas de la mañana, numerosos vecinos de Zurita y otras zonas cercanas acudieron al lugar para presenciar el resultado de este evento y tomar fotografías de lo que consideran un momento histórico. Para muchos, la encina era mucho más que un árbol; era un símbolo de identidad y un testigo silencioso de los momentos especiales vividos por la comunidad. De hecho, la encina había sido protagonista en muchas festividades, como las Fiestas de la Virgen del Carmen, y su sombra había sido el lugar de reunión de generaciones de vecinos durante incontables ocasiones.

La pérdida de la encina no solo afecta emocionalmente a los vecinos de Zurita, sino también a la identidad del propio municipio de Piélagos, ya que este árbol singular representaba un punto de referencia y un patrimonio natural de gran valor. La caída de este árbol, que había sobrevivido durante siglos, deja un vacío importante en el paisaje y en la memoria colectiva de la comunidad.