Este imponente pozo, con una profundidad confirmada de 435,92 metros, es un verdadero coloso de la espeleología. Para poner su magnitud en perspectiva, es más profundo que la Torre Eiffel, que alcanza los 324 metros incluyendo las antenas.

Descubrimiento y exploración: Un viaje al abismo

La historia del Gran Pozo MDTE comenzó en el verano de 2016, gracias a la determinación y perseverancia de los espeleólogos del Club Cántabro de Exploraciones Subterráneas (CCES) y del Espeleo Club Ábrigu. La búsqueda se inició en la Zona del Macizo Kárstico de Porracolina, en el extremo oriental de la Cordillera Cantábrica.

En palabras de los propios exploradores, la aventura comenzó el 29 de junio de 2016. Tras una jornada de prospección que llevó a la identificación de varias cavidades, los espeleólogos fueron guiados por pastores locales hacia una cavidad que, durante el invierno, expulsaba una notable cantidad de aire frío. Esta anomalía despertó su interés y marcó el inicio de una expedición crucial.

“Todo comenzó en verano del 2016”, relatan los espeleólogos. “Tras la indicación de varios pastores de la zona, que notaron la expulsión de aire frío durante los meses invernales, decidimos investigar el cavernamiento”. La entrada al pozo comenzó con una pequeña gatera y un primer sondeo inicial.

El primer paso en la exploración del Gran Pozo MDTE fue tirar una piedra para medir la profundidad. La técnica tradicional implicó calcular el tiempo de caída y ajustar las medidas según la gravedad, humedad y velocidad del sonido. La primera estimación reveló una profundidad sorprendente de 50 o 60 metros, aunque el sonido se perdía en el abismo, lo que sugería mucho más.

A medida que la exploración avanzaba, los espeleólogos instalaron cuerdas en el pozo. Inicialmente colocaron equipos a -25 metros y continuaron bajando hasta 50 metros, donde encontraron bloques empotrados suspendidos en el aire. “Nuestra sorpresa fue mayúscula cuando comprobamos que estos se encontraban suspendidos sobre un enorme pozo”, explican.

Con cada piedra lanzada, la profundidad estimada crecía, y tras varios días de instalación y fraccionamientos, la cifra se consolidó en 435,92 metros. Los espeleólogos completaron el descenso con 600 metros de cuerda estática y múltiples fraccionamientos, finalmente tocando el fondo.

La sala maldita y la conexión con Los Pasiegos

El Gran Pozo MDTE desemboca en la Sala Maldita de la Torca del Tejón, una sala que también se comunica, aunque de manera indirecta, con Los Pasiegos, el pozo más grande de España hasta el descubrimiento del MDTE. Este hallazgo no solo marcó un hito en la espeleología española, sino que también destacó la importancia de la exploración subterránea en la región.

El nombre MDTE es un tributo a la marca de material de espeleología utilizado durante la exploración, un pequeño detalle que subraya el rigor y la profesionalidad de los equipos involucrados.

El impacto del descubrimiento

El Gran Pozo MDTE no solo es una maravilla natural, sino también un testimonio del espíritu aventurero y la dedicación de los espeleólogos que arriesgaron y dedicaron su tiempo para desentrañar los secretos del subsuelo cántabro. La magnitud del pozo se suma a la rica herencia espeleológica de España, que sigue atrayendo a exploradores y científicos de todo el mundo.