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El Diario de Cantabria

FIESTA DE LA HISPANIDAD

Aplausos a los Reyes y abucheos a Sánchez en el desfile del 12 de octubre a pesar de que tomó medidas para evitarlo

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, volvió a ser el blanco de los abucheos en el tradicional desfile del 12 de octubre, a pesar de los intentos de mitigar la desaprobación popular. La jornada, marcada por la lluvia y el descontento ciudadano, evidencia una España polarizada.

Fiesta Nacional. Ni la intensa lluvia ni la lejanía del público evitan los abucheos a Sánchez en un desfile con Illa y sin exhibición aérea ni salto en paracaídas
Fiesta Nacional. Ni la intensa lluvia ni la lejanía del público evitan los abucheos a Sánchez en un desfile con Illa y sin exhibición aérea ni salto en paracaídas
Aplausos a los Reyes y abucheos a Sánchez en el desfile del 12 de octubre a pesar de que tomó medidas para evitarlo

El Día de la Hispanidad, una fecha destinada a la celebración nacional y a la unidad, ha vuelto a ser escenario de una profunda división política. Este 12 de octubre, bajo un cielo cargado de nubes, los abucheos y gritos de "¡dimisión!" y "¡PSOE, Batasuna!" contra el presidente Pedro Sánchez han resonado, una vez más, a lo largo del Paseo de la Castellana, opacando el espíritu de la jornada.

Sánchez, fiel a su estilo desafiante pero pragmático, llegó al desfile entre pitidos y gritos de desaprobación de un sector de la ciudadanía que no perdona ni olvida. A pesar de que este año se extremaron las medidas de seguridad y se colocaron las vallas aún más lejos de la tribuna, la distancia no fue suficiente para silenciar el descontento. Como en años anteriores, los desprecios ciudadanos encontraron su camino hacia él, demostrando que, en política, a veces ni las barreras físicas ni las estratégicas logran contener el pulso de la opinión pública.

"Aunque las medidas de contención física sean más altas, las voces del pueblo siempre encuentran un eco", podría haber dicho un sagaz observador de la situación. Y es que, a pesar de la distancia, la lluvia y los esfuerzos por mitigar la visibilidad del rechazo, los gritos llegaron. "¡Ladrones!", "¡Dimisión!", y "PSOE, Batasuna!" fueron algunos de los cánticos que acompañaron la llegada del líder socialista, que apenas se dejó ver antes de que los Reyes de España hicieran acto de presencia, siendo recibidos, por el contrario, con "vivas" y aplausos.

Medidas extremas, resultado insuficiente

Este año, la estrategia del Gobierno era clara: evitar las imágenes incómodas que ya se han convertido en una constante de cada Fiesta Nacional. Las vallas, dispuestas a mayor distancia que en años anteriores, parecían ser un intento de crear una burbuja de protección alrededor del presidente. Sin embargo, en política, como bien se sabe, la percepción lo es todo, y las imágenes y sonidos de la multitud enardecida encontraron su camino hacia las cámaras, por más que se intentara minimizar su impacto.

"La política es la más noble de las artes cuando se la practica con lealtad y justicia, pero también la más implacable cuando las voces del pueblo se sienten traicionadas", diría un cronista atento al desgaste que vive Sánchez. Las críticas hacia su figura, que han ido escalando en los últimos meses, tienen como telón de fondo no solo las decisiones de su gobierno, sino también los recientes escándalos que involucran a su círculo cercano, entre ellos el caso Ábalos y las investigaciones sobre su esposa, Begoña Gómez, y su hermano, David Sánchez.

La tensión entre poder y pueblo

El clima político en España se encuentra en un punto álgido. A pesar de los intentos de Sánchez por proyectar una imagen de estabilidad y liderazgo, la realidad es que su Gobierno se enfrenta a una serie de desafíos que parecen erosionar cada vez más su popularidad. La relación de Sánchez con el pueblo español es, en palabras del clásico, "una relación frágil, forjada en tiempos de incertidumbre y tensión". Y esa tensión se ha hecho palpable en las calles de Madrid este 12 de octubre.

Las acusaciones de corrupción, los pactos políticos y las concesiones a ciertos sectores han calado hondo en una parte de la sociedad que ve en Sánchez a un líder más preocupado por la supervivencia política que por la unidad nacional. La insistente lluvia que marcó la jornada puede haber apagado el tradicional espectáculo aéreo y paracaidista, pero no logró aplacar el fervor de quienes ven en el presidente del Gobierno una figura distante y ajena a sus preocupaciones.

El liderazgo bajo asedio

En política, los símbolos son poderosos. Y en una fiesta que celebra la unidad de España, el contraste entre los aplausos a los Reyes y los abucheos a Sánchez no puede ser más evidente. Mientras la Casa Real sigue siendo vista por muchos como un símbolo de estabilidad, la figura presidencial está, en palabras de algunos, "cercada". Como diría un veterano observador de la política española, "la política del consenso en España es un camino escarpado, y Sánchez, más que nadie, está sintiendo el peso de esa escalada".

A pesar de los esfuerzos por controlar la narrativa, la Fiesta Nacional ha demostrado una vez más que en política, los gritos del pueblo no se pueden acallar tan fácilmente. Pedro Sánchez, el hombre que ha logrado resistir tantas tormentas políticas, se encuentra, una vez más, bajo el ojo del huracán.

Y mientras la lluvia sigue cayendo, la pregunta persiste: ¿cuánto más podrá resistir el líder socialista antes de que la presión se vuelva insostenible?

En resumen, el 12 de octubre de 2024 no será recordado solo por la lluvia o los aviones que no volaron, sino por el sonido inconfundible de una España que, dividida, no deja de hacer oír su voz.

Aplausos a los Reyes y abucheos a Sánchez en el desfile del 12 de octubre a pesar de que tomó medidas para evitarlo
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