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El Diario de Cantabria

MOLINO DE CANTABRIA

Un molino, una piscina natural y... ¡alpacas! Descubre por qué este rincón de Cantabria es único

En algunas zonas rurales, aún se pueden encontrar molinos restaurados que han sido convertidos en restaurantes o alojamientos rurales
Posada El Molino de Cantabria. / E.M.C.
Posada El Molino de Cantabria. / E.M.C.
Un molino, una piscina natural y... ¡alpacas! Descubre por qué este rincón de Cantabria es único

La Posada El Molino de Cantabria es mucho más que un simple alojamiento rural. Este encantador molino de río, construido en el siglo XVIII y rehabilitado con cariño, es el lugar perfecto para quienes buscan disfrutar del patrimonio natural, cultural y artístico de la zona, rodeados de paz y naturaleza. Aquí, en el corazón de Cantabria, la tranquilidad y el amor por los animales crean una experiencia única para aquellos que deseen relajarse en un entorno acogedor y sin prisas.

Olga y Jesús, los dueños y anfitriones, te reciben junto a su gato, sus cuatro terranovas y dos alpacas, que forman parte integral de la familia. Si eres amante de los animales, este es el lugar ideal, ya que las mascotas son siempre bienvenidas y podrán disfrutar libremente de los amplios espacios de la finca. Si prefieres un ambiente libre de animales, este quizá no sea tu lugar, pero para quienes disfrutan de la convivencia con perros y de la naturaleza, esta posada ofrece una estancia inolvidable.

Un lugar para el romance y la naturaleza

En El Molino de Cantabria, la prioridad es crear un ambiente romántico y relajado. Las estancias están diseñadas para parejas que deseen disfrutar de momentos íntimos, con luz tenue, velas, y música relajante, ideal para desconectar del ajetreo diario.

Este hotel rural no busca huéspedes que solo pasen una noche, sino aquellos que valoren el relax, el amor por la naturaleza y el contacto cercano con los animales. Aquí, la amistad y el deseo de compartir experiencias con otros amantes del entorno rural son clave para disfrutar plenamente de la estancia.

El Molino y sus encantadoras habitaciones

Ubicada en una finca de 1,2 hectáreas, la Posada El Molino está rodeada por el río Riaño, que recorre toda la propiedad. El molino original, que data de 1766, ha sido restaurado y conserva su maquinaria de molienda, lo que lo convierte en un espacio fascinante para relajarse, leer o simplemente disfrutar de una copa junto al sonido del agua.

Además, el entorno ofrece una piscina natural creada por el salto de agua de la presa, donde los reflejos del atardecer en el agua añaden un toque mágico. Junto a esta piscina, un pequeño bosque de 8.000 m2, aún virgen, invita a desconectar del mundo exterior.

El edificio que acoge a los huéspedes, construido en los años 40, ha sido rehabilitado y cuenta con tres habitaciones acogedoras y cálidas: La Volandera, La Tolva y La Cabria, cada una decorada con un estilo único. Todas ellas ofrecen un ambiente hogareño gracias a la combinación de madera y colores suaves, y sus vistas son simplemente impresionantes, ya sea hacia el molino, el jardín o los alrededores naturales.

Una experiencia única en Cantabria

La Posada El Molino de Cantabria es ideal para quienes buscan una experiencia diferente en plena naturaleza, con el toque romántico de un molino del siglo XVIII y la hospitalidad de una pareja que hace todo lo posible por ofrecer a sus huéspedes una estancia inolvidable.

Con el compromiso de crear un espacio donde el descanso, el amor por los animales y la convivencia con la naturaleza son los principales pilares, este hotel rural es un refugio perfecto para quienes desean desconectar de la rutina y disfrutar de lo mejor de Cantabria.

Uno de los molinos más representativos de Cantabria es El Molino de Carrejo, cerca de Cabezón de la Sal. Este molino, restaurado y convertido en museo etnográfico, ofrece una ventana al pasado rural de la región, mostrando cómo funcionaban estas ingeniosas máquinas y cómo su influencia se extendía a la vida diaria de las comunidades.

Molino de Carrejo: Un museo vivo de Cantabria

El Molino de Carrejo es uno de los molinos más conocidos de Cantabria. Situado en la localidad de Carrejo, cerca de Cabezón de la Sal, este molino data del siglo XVIII y ha sido restaurado para su uso como museo. Actualmente, el Museo del Molino de Carrejo ofrece a los visitantes la oportunidad de aprender sobre la historia y el funcionamiento de los molinos de agua en Cantabria.

El museo, que aún conserva su mecanismo original, permite ver en acción el sistema hidráulico que mueve las piedras de moler, proporcionando una visión única de cómo se realizaba la molienda de grano en la época preindustrial. Los visitantes también pueden explorar la historia agrícola de la región y cómo estos molinos influyeron en el desarrollo de las comunidades locales.

Gastronomía y molinos: El legado en la cocina cántabra

El legado de los molinos en Cantabria no se limita solo a su importancia histórica. En la actualidad, muchos productos locales, como el pan, la quesada pasiega y el sobao pasiego, están hechos con harinas que recuerdan la tradición de los antiguos molinos. La gastronomía cántabra ha sabido preservar los sabores de antaño, utilizando ingredientes de la más alta calidad y técnicas que se han transmitido de generación en generación.

En algunas zonas rurales, aún se pueden encontrar molinos restaurados que han sido convertidos en restaurantes o alojamientos rurales, donde los visitantes pueden disfrutar de la tranquilidad del entorno natural y de la cocina tradicional. Estos espacios ofrecen una experiencia única que combina la historia de los molinos con la gastronomía local.

Los molinos de Cantabria son mucho más que antiguas máquinas de molienda. Son símbolos de una época pasada, un vínculo con la vida rural y la economía agrícola que definió a la región durante siglos. Ya sea a través de museos como el Molino de Carrejo, o mediante rutas que permiten explorar estos antiguos enclaves, los molinos siguen siendo una parte fundamental del patrimonio histórico y cultural de Cantabria.

Hoy en día, los visitantes pueden no solo conocer su historia, sino también disfrutar de la belleza natural que los rodea y la gastronomía tradicional que conserva los sabores y productos ligados a estos ingeniosos sistemas hidráulicos que marcaron una era.

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