En el norte de España, la comunidad autónoma de Cantabria ofrece numerosos pueblos y enclaves que destacan por su historia única y su belleza natural. Uno de los destinos más atractivos a tan solo media hora de Santander es Puente Viesgo, un pintoresco municipio en la comarca de los Valles Pasiegos, conocido por sus cuevas de arte rupestre y el río Pas que lo atraviesa.

Un pueblo con historia milenaria

Puente Viesgo tiene una rica historia que se remonta a más de 150,000 años, evidenciada por los restos paleolíticos y de la Edad de Bronce hallados en sus cuevas. Durante la Edad Media, su nombre aparece en documentos relacionados con la abadía de Santa Cruz de Castañeda y la de Santillana del Mar, destacándose el puente sobre el río Pas que daría nombre a la localidad.

El municipio experimentó un notable desarrollo socioeconómico durante los siglos XVII y XVIII, cuando se construyeron grandes casonas y se descubrieron las propiedades de sus aguas termales. A principios del siglo XX, Puente Viesgo se convirtió en un destino turístico popular, atrayendo a monarcas, artistas y escritores que buscaban disfrutar de sus baños termales y de las cuevas rupestres situadas en el Monte Castillo.

Las cuevas prehistóricas del Monte Castillo

En lo alto de la Sierra de Dobra, cerca del centro del pueblo, se encuentra el Monte Castillo, hogar de cuatro cuevas prehistóricas: El Castillo, Las Monedas, La Pasiega y Las Chimeneas. Estas cuevas fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO debido a su relevancia arqueológica, aunque solo dos de ellas, Las Monedas y El Castillo, están abiertas al público.

• Cueva de Las Monedas: Recibe su nombre por las monedas escondidas en su interior durante el reinado de los Reyes Católicos. Además, alberga restos del Paleolítico y de las Edades de Hierro y Bronce.

• Cueva de El Castillo: Contiene algunos de los restos más antiguos del Pleistoceno en Cantabria, incluyendo fragmentos óseos vinculados a rituales relacionados con la muerte y una de las colecciones más importantes de arte rupestre de Europa.

Las otras dos cuevas, La Pasiega y Las Chimeneas, no están abiertas al público para preservar su estado de conservación, ya que presentan un mayor deterioro.

El balneario de Puente Viesgo

Desde el siglo XVIII, Puente Viesgo cuenta con un balneario que aprovecha las aguas termales del manantial local, declaradas de utilidad pública en 1862. Estas aguas, conocidas por sus beneficios para la piel y en el tratamiento de enfermedades cardíacas y del sistema nervioso, hicieron del balneario un destino popular en el siglo XX. Personalidades como el Marqués de Comillas, Benito Pérez Galdós y Marcelino Menéndez Pelayo disfrutaron de sus propiedades. Tras un periodo de abandono, el balneario reabrió en los años 90, transformado en un hotel por un empresario privado.

La Vía Verde 

Puente Viesgo también ofrece un hermoso recorrido a través de su Vía Verde, un sendero para peatones y ciclistas que aprovecha las antiguas infraestructuras ferroviarias que conectaban Ontaneda con Astillero. A lo largo de esta ruta, se pueden observar lugares históricos como:

• La estación de tren de Puente Viesgo y su marquesina con un característico reloj de pared.
• Una vieja máquina locomotora, llamada "La Reyerta", situada junto a un parque infantil.
• El Parque de Corrobarceno, una zona recreativa a orillas del río Pas, desde donde se puede ver la presa de Puente Viesgo y el puente de madera que cruza el río.

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El camino también permite descubrir joyas naturales y arquitectónicas más allá del pueblo, como el Monasterio Franciscano de Soto Iruz, la iglesia de Villasevil de Toranzo y el acueducto de Santiurde de Toranzo.

Un destino imperdible

Puente Viesgo es una mezcla fascinante de historia, naturaleza y cultura. Con sus cuevas prehistóricas, su balneario de aguas termales, y su encantadora Vía Verde, este pequeño municipio ofrece una experiencia única para los viajeros que buscan descubrir los tesoros ocultos de Cantabria. Así, se convierte en una opción perfecta para una escapada de última hora antes del final del verano, ofreciendo un viaje que combina aventura, relax y un contacto íntimo con la historia y la naturaleza.